"VINE A VERTE A TI Y AL MAR"
Clementina Cayón (Madre de Jaime Bateman Cayón. Militante del MRL.
Defensora de los presos políticos).
Yo parí a Jaime Bateman Cayón en una tarde calurosa del mes de abril de 1940, en mi casa colonial en Santa Marta. Era mi tercer hijo y ya antes de nacer le tenía su nombre: se llamaría Jaime. Era la casa de nuestros padres, donde habíamos nacido todos nuestros hermanos. Jaime nació el 23 de abril a las dos de la madrugada. Lloraba con grito fuerte. Tenía la energía de los seres que protestan por llegar a un sitio desconocido.
Llegó a la vida protestando y así fue su vida; protestar por las injusticias que se cometen a diario con los seres de este planeta tierra. Era el guerrillero que había venido al mundo.
Más tarde su madre sufriría por él, lucharía por él y sería solidaria con todas sus
actuaciones. Lo respaldaba, le daba ánimos; es que Jaime vino a cumplir una misión de unir a los hombres que saben sacrificarse por los demás.
Cordón umbilical
Yo he dividido mis sentimientos en dos partes: una para adorara mis hijos, otra para venerarlos en el altar de mi espíritu. Fuerzas poderosas, más poderosas aún que nuestro propio destino, me han unido a mis hijos, especialmente a mi últimohijo. He estado a su lado y lo he respaldado en todos sus actos. He estado unida a él en espíritu. Como dijo el doctor García Márquez, aún estábamos unidos por el cordón umbilical.
Jaime quería construir algo que mejorara la situación de toda la gente; construir
algo, servir de algo, dejar un grano de arena... hacer cosas, hacer cosas...
Su vientre, una universidad
Yo siempre fui izquierdista. Milité con López en el MRL. Recuerdo que íbamos a Pescadito, un barrio muy grande que tiene Santa Marta, y hacíamos reuniones con mucha gente. Una vez le avisaron a la policía y vinieron muchos. Le dieron una paliza a López, que nosotros tuvimos que quitarle a la policía de encima. Quizás él no lo recuerde. Un periodista me preguntó una vez que si yo había plagiado a mi hijo en la política, y yo le contesté: "Pero oiga, yo lo parí, quizás la enseñanza la tomó del vientre mío".
Yo consentí a Jaime desde chiquito. Era un niño tranquiló, de un carácter pasivo.
Jaime, de jovencito, le tenía miedo alas otros para pelear. Siempre que un pelao le
buscaba pleito, él llamaba a su hermano, Carlos, para que lo defendiera. Él me decía que la pelea no le gustaba. Yo me imagino que era por la pierna que tenía mala a raíz de un accidente. El toda la vida fue pacifico, nunca fue violento.
Cambio de cuento
Cambió cuando entró al bachillerato, Una vez lo iban a expulsar del colegio porque
le dijo a un cura que le cambiara "el cuento". Eran los relatos de la biblia que les hadan todos los años. Y le dijo: "Padre, ¿por qué no nos cambia el cuento de todos los años?"
Perdió el último año en el Liceo, pero fue por persecución, Ya en ese entonces reunía a los muchachos del colegio para hacer mítines. El rector le tenía fobia. En una ocasión, un profesor le puso cero a todos por castigarlo a él. En el Liceo, los profesores dormían la
siesta. Un mediodía, Jaime sacó a este profesor en calzoncillos y lo arrastró por todo el colegio. Por eso lo expulsaron.
Sin zapatos en el techo
Yo me acuerdo que de pelao, él tenía amores con una muchacha que vivía al lado de mi casa. Un día fue al camellón y la encontró con otro novio, sentada. Entonces se agachó, le quitó los zapatos y se regresó a la casa de ella y los tiró al techo. La muchacha después fue a acusarlo. Esas eran las cosas de Jaime.
La madre y el mar
Era un nadador insigne. Soñaba con el mar. La última vez que lo vi, vino a darle el
adiós a ese "monstruo", como le decía al mar. Yo le reclamé que era muy peligroso que viniera a Santa Marta y él me dijo: "Es que vine a verte a ti y al mar".
Garnatón
Después del accidente aéreo, Jaime duró nueve meses perdido. Un día me llamó
Yamid Amat para contarme que habían encontrado la avioneta. Yo no le creí. Luego se volvió a comunicar y me puso las noticias de Panamá en las que informaban que habían encontrado el aparato. Entonces emprendí viaje a Panamá. Los del M-19 me recibieron allá. Desde que llegué, iba todos los días a la Procuraduría: Tuve que pelear con mucha gente. Los del ejército colombiano querían llevarse los restos. Un militar me dijo en una ocasión que por qué querían enterrar a un guerrillero como si fuera gente, y entonces yo me le abalancé y le pegué un garnatón. El Procurador me dio la razón a mí y le reclamó diciéndole: "¿No ve que es una madre adolorida por la muerte de su hijo?". En Panamá estuve como tres meses.
El desfile de un pueblo
Manuel Antonio Noriega me puso un avión expreso para regresar al país y envió un
escolta de su ejército para que me acompañara. Jaime estuvo tres días en la funeraria.
Pasó todo el mundo a despedirse. Acudió mucha gente al entierro. El gobierno no permitió que se enterrara en Bogotá por temor de que se alterara, el orden público. Una periodista expresó al pasar el desfile, que con ésto se probaba que en su pueblo nunca nadie lo hubiera delatado, por la admiración, el cariño que todos le tenían. Desde entonces, yo he cambiado mi vida, mí carácter. Ya no soy la persona alegre que bailaba.
Ya no tengo ganas de diversión. Lo que tengo es un retraimiento definitivo.
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