Ya me he cambiado, veo pasar todos mis anhelos en cada latido de este corazón, de pronto me siento parte de un todo, me senté pensando en qué seria del primer día del resto de mi vida, estaba preguntándome como iba a ser, estaba muy feliz, era la primera vez, estaba viéndome en los mismo videos que conocía de sobra, estaba viéndome pero esta vez no desde la silla del teatro de mi propia vida, sino al espejo de la existencia.
Recuerdo que un compañero estaba hablando con alguien, preguntando quién estaba ubicado haciendo algunas cosas, luego él estaba caminando con dos de nosotros como el maestro de ceremonia del camino por un sueño, nosotros solo pensábamos en quienes seriamos aquel día… cuando él estaba hablando con alguien más, yo decidí irme a sentar en una parte del anden del parqueadero aquel, estaba muy pensativa y sorprendida ya que fue una bienvenida muy curiosa pues se suponía que era una salida normal y no un tropel de 4 horas. Entonces alguien se me acerco y me dijo una frase que jamás olvidare ni tampoco a quien me la dijo “tranquila compita que hoy ganamos nosotros” el corazón se me deshizo. Fue suficiente para entender que era allí donde debía estar, que aunque sintiera que era una extraña, éramos todos quizás sin vernos a la cara los mismos, los que anhelamos el mismo sueño, los que disimulamos con excusas esta realidad incontable, mientras en el fondo nos reímos al escuchar luego como otros comentan, alegrándonos de saber que ese sueño cada vez más cercano es por el cual estamos luchando, los que nos reímos cuando otros ríen junto a nosotros y los que aprendemos que finalmente los ojos si terminan siendo la ventana del alma, que nuestros ojos son lo único que nunca podrá esconderse… por allí se nos sale hasta la identidad.
Mientras esperábamos a que llegara la querida tanqueta, la famosa “tomba”, la gente decidía si irse de parte de los llamados centro, o quedarse a darle la juega. Observaba como la gente nos miraba, como la gente comentaba entre ella, algunos emocionados al ver que era lo que sucedería aquella tarde. Estábamos allí, ya las puertas estaban bien tapaditas, y sin más preámbulo en un respiro ciego cayo del cielo como un endemoniado el primer gas, descubrí que tienen trayectoria en zig zag como si quisiera decirnos que no quieren caer. Yo salí a correr, fue lo primero que se me ocurrió, todo pasó muy rápido, y luego una de las grandes recomendaciones fue que mirara arriba para ver donde iba a caer y me ubicara de tal modo que el viento estuviera a mi favor, me reí un poco… yo que había salido a correr sin limite….
Recibí algunas cosas para enviarles a los queridos pueblerinos que decidieron venderse por unos pesos y entregarse a la soledad, porque se bien que más de uno de ellos quisiera estar de nuestro lado teniendo la cara de trapo y no de violencia y plástico. Ya se aproximaba la otra tanqueta, estábamos en el parqueadero y todos fuimos a amedrentarla, todas las piedras enviadas están rasguñadas por los desaparecidos, los innombrables y los que nadie olvida, pero en ocasiones tampoco nombran. Esos que se ha llevado este régimen de mierda, de sangre e injusticia.
Cuando el aire se volvió turbio, ardía mucho y de pronto entendí además de todo, porque es que los que vamos con la revolución queremos tanto a la tierra, con todo y pasto ¡bendito sea!, todos llorábamos pero no por los gases, no por el aire turbio, llorábamos por la miseria de este país, llorábamos por el engaño, llorábamos porque se nos va el alma cada vez que de luchar se trata. Ese es el secreto más grande compa, lloramos por este pueblo.
Y allí empieza la especialidad de todos nosotros, el fondo blanco pero apunta de vinagre. Más allá de tener que correr en ciertas ocasiones con los ojos cerrados, mirar cara a cara la tierra por la que al igual también se lucha, correr donde otros compañeros para ver como andan, es ese sueño el que nos deja de un lado lo que somos rutinariamente ante los ojos de todo este juego macabro, de todo este gran aparato ideológico de estado, detrás de este gran circo, donde nos disfrazamos de aves pero nos convertimos en águilas cuando de sacar la cara se trata, aunque no sea tan literal aquello de sacar la cara. Es que mas allá de todo somos iguales, nos vemos iguales, porque no se trata de ver a alguien por su apariencia, por su ropa, si no por lo que hace, por su consecuencia innata y por lo que es de corazón, más allá de cualquier apariencia. Por eso todos nos vemos iguales a la hora de la acción, por que es así como realmente somos cuando se unifica nuestro sueño de libertad. Esa conexión entre todos no se ve en ningún otro lado, y espero que con el paso de los años nunca se desvanezca porque esto no es un compromiso individual, ni un yo y el de al lado, ¡no! Esto es un nosotros, un todos para nosotros, los que estamos aquí y los que tienen ojos ¡así los tengan vendados!
Más allá de los inconvenientes negros del asunto, más allá de los vericuetos y oprobios llegamos esa tarde, llegamos a la anunciada victoria con que se inicio todo. Ojala al fin fuera la victoria total, la victoria radical de este sendero, pero no, cuando nos quitamos la igualdad que teníamos puesta y los ojos se vuelven a sumar al resto de nuestros diferenciados cuerpos, volvemos a ver todo Colombia, un tantico mas arreglada ya que algunos mas han quemado la venda de su mirada en la hoguera para apaciguar el aire turbio, algunos han bañado los engaños del sistemas con esos chorros enormes.
Mas allá de todo, mas allá de los baches, mas allá de la vehemencia y más allá del silencio y el miedo, nos encontramos con nuestros sueños en común, con nuestros ojos que se miran en silencio unos a otros, con nuestras miradas sorprendidas, con nuestras lagrimas, con nuestras risas que se reflejan, con nuestra lucha por este camino.
¿Prometimos seguir cuando todo se pusiera feo? ¿Prometimos huir cuando el tiempo ya no fuera tiempo y el correr se hiciera efímero? ¿Prometimos olvidar? ¿Dónde se nos queda la esperanza cuando el agua nos llega al cuello? ¿Dónde nos queda la vida cuando nos apremia el enemigo en suerte mirando fijo a la cara? El silencio se escucha, los gritos se transforman en las vibraciones de un corazón, dicen que ser de nuevo es recordar el principio, recordar el sueño cada día, recordar la esperanza con la que partimos, recordar como empezamos, recordar lo que queremos, recordar tanto tanto hasta que nos hagamos invisibles y cuando menos pensemos ya estemos en la cima, que a pesar de los golpes, y si esta vida nos separa, en el alma ya esta tallada cada letra de la revolución junto a cada uno de sus nombres, del nombre, de nuestros nombres, y en pie de lucha esperando esta victoria que se avecina diremos a una sola voz que la lucha:
Pues se queda, se queda ¡se queda! Definitivamente ha sido el mejor tiempo de mi vida, ¡bella ciao!, uno más que se une a esta revolución y a este triunfo anticipado.
Irma
Comando Armas del Cantón Norte
22 de agosto de 2010
Recuerdo que un compañero estaba hablando con alguien, preguntando quién estaba ubicado haciendo algunas cosas, luego él estaba caminando con dos de nosotros como el maestro de ceremonia del camino por un sueño, nosotros solo pensábamos en quienes seriamos aquel día… cuando él estaba hablando con alguien más, yo decidí irme a sentar en una parte del anden del parqueadero aquel, estaba muy pensativa y sorprendida ya que fue una bienvenida muy curiosa pues se suponía que era una salida normal y no un tropel de 4 horas. Entonces alguien se me acerco y me dijo una frase que jamás olvidare ni tampoco a quien me la dijo “tranquila compita que hoy ganamos nosotros” el corazón se me deshizo. Fue suficiente para entender que era allí donde debía estar, que aunque sintiera que era una extraña, éramos todos quizás sin vernos a la cara los mismos, los que anhelamos el mismo sueño, los que disimulamos con excusas esta realidad incontable, mientras en el fondo nos reímos al escuchar luego como otros comentan, alegrándonos de saber que ese sueño cada vez más cercano es por el cual estamos luchando, los que nos reímos cuando otros ríen junto a nosotros y los que aprendemos que finalmente los ojos si terminan siendo la ventana del alma, que nuestros ojos son lo único que nunca podrá esconderse… por allí se nos sale hasta la identidad.
Mientras esperábamos a que llegara la querida tanqueta, la famosa “tomba”, la gente decidía si irse de parte de los llamados centro, o quedarse a darle la juega. Observaba como la gente nos miraba, como la gente comentaba entre ella, algunos emocionados al ver que era lo que sucedería aquella tarde. Estábamos allí, ya las puertas estaban bien tapaditas, y sin más preámbulo en un respiro ciego cayo del cielo como un endemoniado el primer gas, descubrí que tienen trayectoria en zig zag como si quisiera decirnos que no quieren caer. Yo salí a correr, fue lo primero que se me ocurrió, todo pasó muy rápido, y luego una de las grandes recomendaciones fue que mirara arriba para ver donde iba a caer y me ubicara de tal modo que el viento estuviera a mi favor, me reí un poco… yo que había salido a correr sin limite….
Recibí algunas cosas para enviarles a los queridos pueblerinos que decidieron venderse por unos pesos y entregarse a la soledad, porque se bien que más de uno de ellos quisiera estar de nuestro lado teniendo la cara de trapo y no de violencia y plástico. Ya se aproximaba la otra tanqueta, estábamos en el parqueadero y todos fuimos a amedrentarla, todas las piedras enviadas están rasguñadas por los desaparecidos, los innombrables y los que nadie olvida, pero en ocasiones tampoco nombran. Esos que se ha llevado este régimen de mierda, de sangre e injusticia.
Cuando el aire se volvió turbio, ardía mucho y de pronto entendí además de todo, porque es que los que vamos con la revolución queremos tanto a la tierra, con todo y pasto ¡bendito sea!, todos llorábamos pero no por los gases, no por el aire turbio, llorábamos por la miseria de este país, llorábamos por el engaño, llorábamos porque se nos va el alma cada vez que de luchar se trata. Ese es el secreto más grande compa, lloramos por este pueblo.
Y allí empieza la especialidad de todos nosotros, el fondo blanco pero apunta de vinagre. Más allá de tener que correr en ciertas ocasiones con los ojos cerrados, mirar cara a cara la tierra por la que al igual también se lucha, correr donde otros compañeros para ver como andan, es ese sueño el que nos deja de un lado lo que somos rutinariamente ante los ojos de todo este juego macabro, de todo este gran aparato ideológico de estado, detrás de este gran circo, donde nos disfrazamos de aves pero nos convertimos en águilas cuando de sacar la cara se trata, aunque no sea tan literal aquello de sacar la cara. Es que mas allá de todo somos iguales, nos vemos iguales, porque no se trata de ver a alguien por su apariencia, por su ropa, si no por lo que hace, por su consecuencia innata y por lo que es de corazón, más allá de cualquier apariencia. Por eso todos nos vemos iguales a la hora de la acción, por que es así como realmente somos cuando se unifica nuestro sueño de libertad. Esa conexión entre todos no se ve en ningún otro lado, y espero que con el paso de los años nunca se desvanezca porque esto no es un compromiso individual, ni un yo y el de al lado, ¡no! Esto es un nosotros, un todos para nosotros, los que estamos aquí y los que tienen ojos ¡así los tengan vendados!
Más allá de los inconvenientes negros del asunto, más allá de los vericuetos y oprobios llegamos esa tarde, llegamos a la anunciada victoria con que se inicio todo. Ojala al fin fuera la victoria total, la victoria radical de este sendero, pero no, cuando nos quitamos la igualdad que teníamos puesta y los ojos se vuelven a sumar al resto de nuestros diferenciados cuerpos, volvemos a ver todo Colombia, un tantico mas arreglada ya que algunos mas han quemado la venda de su mirada en la hoguera para apaciguar el aire turbio, algunos han bañado los engaños del sistemas con esos chorros enormes.
Mas allá de todo, mas allá de los baches, mas allá de la vehemencia y más allá del silencio y el miedo, nos encontramos con nuestros sueños en común, con nuestros ojos que se miran en silencio unos a otros, con nuestras miradas sorprendidas, con nuestras lagrimas, con nuestras risas que se reflejan, con nuestra lucha por este camino.
¿Prometimos seguir cuando todo se pusiera feo? ¿Prometimos huir cuando el tiempo ya no fuera tiempo y el correr se hiciera efímero? ¿Prometimos olvidar? ¿Dónde se nos queda la esperanza cuando el agua nos llega al cuello? ¿Dónde nos queda la vida cuando nos apremia el enemigo en suerte mirando fijo a la cara? El silencio se escucha, los gritos se transforman en las vibraciones de un corazón, dicen que ser de nuevo es recordar el principio, recordar el sueño cada día, recordar la esperanza con la que partimos, recordar como empezamos, recordar lo que queremos, recordar tanto tanto hasta que nos hagamos invisibles y cuando menos pensemos ya estemos en la cima, que a pesar de los golpes, y si esta vida nos separa, en el alma ya esta tallada cada letra de la revolución junto a cada uno de sus nombres, del nombre, de nuestros nombres, y en pie de lucha esperando esta victoria que se avecina diremos a una sola voz que la lucha:
Pues se queda, se queda ¡se queda! Definitivamente ha sido el mejor tiempo de mi vida, ¡bella ciao!, uno más que se une a esta revolución y a este triunfo anticipado.
Irma
Comando Armas del Cantón Norte
22 de agosto de 2010
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