"Y así como nacen, un 24 de Julio, Bolívar -libertador de América- y Fayad -pregonero de la democracia en nuestro continente- vuelve a nacer Gustavo Arias Londoño , el comandante Boris. Porque una nueva generación de colombianos retoma su generosidad, su tesón y su decisión de ganar, y porque su profunda convicción en el pueblo y en la unidad preñó a la fuerza de la democracia, agilizando su paso victorioso hacia esa gran meta que es el logro del mayor bienestar y felicidad de la patria"
(Comunicado M19, Julio 25 1986)
La noche, infinita como la incertidumbre de quien no sabe hasta cuándo vivirá, envolvió con tono lúgubre la esperanza viva de un espíritu rebelde mientras el paso fuerte del viento rasgaba inmisericordemente la quietud de las hojas apostadas en los caminos que desahuciadas se lanzan sobre la tierra que alguna vez les permitió vivir…
Una noche, que apenas llegaba a una trágica madurez, guardaba en su seno el movimiento de un pequeño automóvil que corría contra el tiempo, ese mismo ente caprichoso que no se detiene, que no perdona y que al parecer causa el mas ciego olvido en la mente de los mortales. Una noche en cuyas angustiosas horas rugían los motores de los vehículos de mentes controladas como viles peones defensores de una guerra en la que ellos mismos, sin notarlo, han sido víctimas que provocan otras tantas; motores que movieron por una solitaria carretera el odio y la injusticia hacia el encuentro con un aciago destino.
Esa noche, trágica y luctuosa, convertida en fruto infame de la traición y la avaricia, arropaba ingenuamente el sueño de un Pijao fuerte, parado y rebelde, fundido apaciblemente entre el calor inconfundible de la esperanza y la amistad. Eran quienes viajaban en ese pequeño vehículo los mismos que con ojos angustiosos pero decididos, veían aproximarse a su máquina -copada por el aliento grisáceo de un momento en que la Luna se ocultaba- unas siluetas mal camufladas en la noche cuyas botas emulaban el terror de la vida frente al galope de la muerte… paso tras paso, un segundo, dos segundos, tres… eran las mordidas de cronos sobre una lucha por la libertad, por la vida misma de millones de seres humanos, que al tocar las latas del inerte vehículo provocaban decenas de explosiones en el corazón… explosiones de valentía ante la inminencia de una fuerte lucha y la cercanía de los mas infames asesinos.
Esta noche de Julio de 1986, mas aún, ya en una madrugada de parca tristeza, mientras tiemblan el firmamento y la tierra con cada gota de sangre que se vierte sobre la extensión finita de las montañas colombianas, y sabiendo en carne propia que el amor es la certeza de la vida, lanza nuestro héroe un grito furioso de dignidad mientras siente las ráfagas hirvientes entrando por su cuerpo, un cuerpo que aquél 24 cae sobre un pavimento tan frío como sus verdugos… un cuerpo que en el último momento de aliento, con un fuerte grito de dignidad por nuestro pueblo, logró esa sublime sensación de la inmortalidad… ha sido entregado y asesinado Gustavo Arias Londoño, “Boris”, valiente comandante de un pueblo estocado por la espada de los tiranos.
En memoria a sus 24 años de vuelo, junto al Flaco, junto al “Turco” y junto a Iván.
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