Entrevista realizada por la Agencia de Prensa Clandestina a un integrante del Movimiento Jaime Bateman Cayón sobre la discusión que en este momento sostienen con el Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional, Alejandro Álvarez Gallego, quién en Noviembre del año pasado distribuyó un panfleto en el que definitivamente pone en entre dicho las prácticas de organizaciones como éstas llamándolas “cobardes”, “gallinas”, “resentidos”, “hambrientos” y, por otro lado, afirma el académico que nadie los entiende, porque se comunican con un lenguaje mudo y finalmente les hacen un favor a los gobiernos de turno que sólo se excusan en ellos para reducir el ya precario presupuesto educativo.
1. ¿Qué piensa de las acusaciones o, mejor, de los juicios que levanta el profesor Álvarez en contra del movimiento clandestino universitario?
Respuesta: Todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión respecto al accionar de las organizaciones políticas, y en este caso concreto, de las organizaciones clandestinas de la Universidad Pública en general. El profesor Álvarez está en todo su derecho porque pertenece a ese mundillo que es el ámbito académico en el país… Nos parece que el escrito ubica un primer problema, que es la apatía de gran parte de la población, sin embargo nos parece que el análisis es muy estrecho y básico; fíjate que utiliza dos pequeñas páginas para analizar lo de la apatía y luego invierte cinco páginas para atacarnos. Ahí hay una clara intención, ¿no te parece?
Ahora, lo que el profesor dice: que somos “cobardes, gallinas, resentidos sociales y demás” no pasa de ser un pequeño berrinche, porque todo el mundo sabe que él tiene rabo de paja en ese sentido. Es decir, que no tiene autoridad moral para decir que nosotros somos cobardes cuando él no es capaz de reproducir su texto en la Universidad Pedagógica, donde bien lo conocen, sino en la Universidad Distrital, donde no pasa de ser un anónimo. ¿Eso si es valiente?
2. El texto de Álvarez también dice que un día ustedes aparecen, hacen una manifestación violenta y en pocos días regresan a sembrar el miedo sin medir los riesgos a los que exponen al grueso de la comunidad universitaria…
No es cierto que haya miedo de parte del estudiantado y la comunidad en general. A nadie se le ha perseguido por no estar de acuerdo con nosotros y, casi siempre, se puede hablar con la comunidad universitaria. Incluso la mayoría de los grupos clandestinos tienen un sitio en internet donde la gente, que esté de acuerdo o en desacuerdo, opine. Nosotros estamos poniendo de nuestra parte para abrir otros canales de comunicación y los estudiantes también; es común encontrar mensajes de apoyo como también críticas que ciertamente nos enriquecen.
Si al profesor le producimos miedo, bueno, por algo será. El que nada debe, nada teme dice el dicho popular.
3. En uno de sus párrafos, Álvarez se hace una serie de preguntas como “¿qué sienten los capuchos cuando están en plena acción? ¿Es cierto que necesitan estimulantes para hacerlo? ¿A quién obedecen? ¿A quién siguen? ¿Por qué se cubren? ¿Es sólo por seguridad? ¿Es cierto que la capucha apareció entre los estudiantes como una forma de responderle a los organismos de inteligencia que han criminalizado la protesta? ¿Les importa algo lo que piense la comunidad, en sus muy diversas miradas? ¿Tras la capucha hay paramilitares? ¿Guerrilleros? ¿Estudiantes? ¿Anarquistas? ¿Lumpen? ¿Militantes de izquierda? ¿Reciben pagos? ¿Usan capucha para seducir a incautas primíparas? ¿Los del microtráfico los usan? ¿O son ellos mismos?” y concluye el profesor que estas preguntas no podrán ser discutidas ni objeto de reflexión juiciosa porque lo que hay detrás de la capucha son cobardes, miedosos, ingenuos, hambrientos, resentidos o desempleados o, quizás héroes iluminados… afirma que nadie lo sabrá porque el lenguaje que ustedes usan es animal, intimidatorio, autoritario, indescifrable…
Respuesta:Encapucharse en la universidad es nuestra forma
de hacer política. La capucha nos permite hacernos visibles y ser escuchados dentro de un espacio donde cada vez más se pierde el sentido de lo crítico, de la importancia del debate y en donde todos los días, sin excepción, se pasean campantes los militares infiltrados para identificar quién organiza las protestas. Debemos recordar que la capucha, como expresión estudiantil, nace en a finales de los años 80s y se desarrolla en los 90s debido al exterminio de la Unión Patriótica. ¿Será que el profesor Álvarez no se dio cuenta que asesinaron a más de cinco mil personas? Entre esos asesinados, obviamente contamos a miles de estudiantes que hacían política sin capucha en la universidad, en los barrios y en otros espacios. Colombia no es un país seguro para ejercer la oposición política, todos los días en el país hay noticias de dirigentes sindicales asesinados, de líderes estudiantiles perseguidos, incluso de políticos del Polo Democrático asesinados ¡Imagínese! Un dirigente del Polo que dentro de la izquierda es lo más moderado… lo que pasa es que eso no lo pasan por el Canal Caracol o RCN.
Nosotros pensamos que es importante ubicarnos en el país de hoy donde todos los días hay datos escalofriantes la pobreza y la desigualdad. La Universidad no puede hacer caso omiso a estas situaciones que la envuelven; el desempleo, la miseria, la falta de condiciones materiales… todo eso afecta, no creas. Y cuando hablamos en concreto de un país, con unas condiciones específicas de violencia política de parte del Estado, nosotros tenemos que responder porque tampoco nos vamos a dejar matar. Ni por las balas ni por el hambre. A nosotros nos identifica mucho ese video de los zapatistas donde Marcos se quita la capucha y en su lugar aparecen niños, campesinos, indígenas, gente del pueblo. Con eso le respondemos al profesor Alejandro Álvarez su pregunta de quiénes están detrás de la capucha. Es el pueblo compadre, que no quiere dejarse matar. En general el profesor plantea muchos interrogantes y se mete en el terreno de las dudas y afirma que no sabe. Que no se nos meta en el terreno de las dudas, porque puede salir perdiendo.
Él dice que a nosotros nos pagan y que obedecemos a ciertas directrices de quién sabe dónde, pero ¿quién es más funcional al sistema? ¿Él o nosotros?… en nuestro caso particular nunca hemos hecho parte de una Administración de una Universidad Pública. ¿Él qué puede decir de esto? Él fue Vicerrector de la Administración de Óscar Ibarra donde quedó un hueco financiero de más de 32 mil millones de pesos, un proyecto Valmaría que es una agrupación de galpones –casas pre fabricadas- que se inundan cada vez que llueve… y otras cosas no menos graves. ¿Qué puede decirnos de esto? ¿Necesitó estimulantes para hacerlo? ¿Le importó lo que pensó la comunidad en general, en sus muy diversas miradas? ¿A quién obedeció? Y todas las preguntas que él nos lanzó sería bueno que las respondiera. Insistimos que si el profesor se interna mucho en el terreno de las preguntas y las dudas, van a salir sus deudas a flote y puede salir perdiendo porque de pronto se las cobran.
Eso en ningún momento es una amenaza para que vaya a pedir asilo político o un viaje que tengamos que financiarle los colombianos con nuestros impuestos. Estamos hablando de cobros morales, políticos que seguramente van a hacer que nadie lo tome en cuenta.
4. Usted habla de los Zapatistas de México, y en otro de los apartes del texto el profesor Alejandro Álvarez dice que la capucha de ustedes no es igual a la de ellos, porque ellos no asustan a nadie ni usan papas explosivas, bombas molotov… Y por otro lado dice que personas como él son las que realmente defienden la Educación Pública, asistiendo a foros públicos, con publicaciones, en las clases que son tareas más interesantes que la confrontación a la que ustedes los invitan, ya que ustedes son producto de una sociedad descompuesta y, como consecuencia, los encapuchados colombianos son la descomposición de la juventud en el capitalismo, ¿qué piensa de esto?
Respuesta:Pensamos que el profesor Alejandro olvida algo; los zapatistas fueron un movimiento guerrillero, que retenía personas y combatía contra el Ejército. Y en ese sentido tendría razón, detrás de las capuchas zapatistas no hay papas bomba ni bombas molotov, detrás de esas capuchas hay armas de fuego, fusiles y esa clase de armamento de guerra. Los Zapatistas sí asustaron a alguien; a la oligarquía mexicana porque ella vio su poderío amenazado. Ellos sí temieron ¿será ese el mismo miedo que siente este académico? Vamos viendo ahí -dentro de la comparación que hace Alejandro Álvarez- quién es quién y por qué él siente tanto miedo a la capucha de un estudiante. ¿Cierto?
Por el otro lado, nosotros creemos que los foros, las clases en la universidad, las publicaciones y todo esto, tiene una importancia muy grande cuando está al servicio de todo el pueblo. Si los académicos siguen con la idea que sólo ellos construyen país desde unos foros reducidos donde asisten los mismos de siempre, estaremos hablando de cosas diferentes por los siglos de los siglos. Ahí sí que estarán perdiendo su tiempo en esas actividades. De lo contrario no. Primero tnemos que hacer que la Academia sea comprendida por el pueblo con otro lenguaje -tal vez animal o de hambriento como dice el profesor Álvarez- pero un lenguaje que le permita al pueblo comprender lo que sus académicos piensan. Y en segundo lugar, tenemos que hacer que la Academia comprenda a nuestro pueblo, y que se meta de una vez por todas en la cabeza que no estamos en otro país. Que los académicos hagan razonamientos sobre nuestra sociedad, algo como el trabajo de Fals Borda. En pocas palabras una universidad al servicio de la revolución.
Frente a que “somos una juventud descompuesta” por obra y gracia del capitalismo, nos gustaría hacer la precisión que todo ser humano está delimitado por sus condiciones de vida. En este sentido, no somos seres divinos que se ha criado en una burbuja, pero eso no importa tanto como lo que hacemos hoy por cambiar lo que somos. Mira, sería irresponsable decir que entonces todos los profesores universitarios están podridos porque han vivido en el sistema capitalista, irresponsable y ridículo. Es casi decir, como dicen los capitalistas, que no hay salvación, que todos somos egoístas y que ¡sálvese quien pueda!
5. Para finalizar se les acusa de poner el mundo entre blanco y negro, lo bueno y lo malo, una manera binaria de concebir la realidad. Y con esto silencian e intimidan a quienes no estén de acuerdo con ustedes. Reitera que los encapuchados sirven a ciertos intereses, así no lo sepan, y que no son capaces de ir a cobrarles a los poderosos por el favor que les hacen. Que saben muy poco de las luchas históricas de los humildes y de la apasionante aventura que significa exigir con el rostro descubierto lo que se merecen, “quienes sean los que se ocultan tras ese cómico disfraz cargado de pólvora no saben de lo que se pierden” señala. ¿Cuál es su punto de vista frente a todo lo anterior?
Respuesta: Vamos por partes. Frente a lo primero hay que decir que no es política de ningún grupo amenazar personas. En algunos casos hay gente que presenta “las amenazas” a la administración de la universidad para que los cambie de universidad en otras ciudades, incluso otros países. Gente que habla y habla, y luego no pueden presentar pruebas contundentes que argumenten esas amenazas, sería bueno que le preguntara eso a la defensoría del pueblo que es la directa responsable del tema. Y nos parece paradójico que Álvarez hable de respetar que otros vean la vida de diferentes maneras, él; un vicerrector que pertenecía a una administración que obligaba a Bienestar Universitario a tomarles fotos a los estudiantes que participaban en las asambleas –sin capuchas- para luego abrir procesos disciplinarios. ¡Qué paradoja!
En segundo lugar nos parece que es una acusación ya histórica de un grupo de intelectualoides a los grupos revolucionarios sin distingo. Recordemos que de todos los grupos en Colombia se ha dicho que son los intereses del comunismo internacional, es casi lo mismo lo que plantea el profesor Álvarez. Son simples especulaciones vacías que no quedan muy bien en la imagen de un académico; pero él mismo sabe que nadie se acercó nunca a su escritorio de vicerrector a cobrarle nada, porque aquí no se trata de vender las ideas. Que primero nos diga si sabe el favor que les hizo a los poderosos con esa nefasta administración de la que hizo parte, ¿no?
Luego dice que no sabemos de las luchas de los humildes, pero eso se le cae desde la base cuando pregunta desde cuándo se utiliza la capucha por el estudiantado, porque la causa de la Unión Patriótica en Colombia fue la causa de los humildes. Tiene el espectro mental muy cerrado este académico frente a nuestro accionar, pues hasta los servicios de inteligencia saben que los grupos clandestinos tienen trabajo en otros escenarios más populares y, obviamente, sin capucha. Debe informarse mejor.
Y nos seguiremos perdiendo siempre de esos festines que se comparten en las mesas de las administraciones universitarias. Nos perderemos de los desfalcos como los de los 32 mil millones, que tenga la seguridad. A nosotros lo gracioso de la ropa, si es que le parece gracioso, se nos acaba quitándonos ese atuendo. ¿A él, cómo se le quitará de la conciencia su participación en la administración Ibarra? ¿Cómo podrá mirar a sus estudiantes a la cara sin pensar en el hueco financiero del que hizo parte? ¿Mirará las fotos que les tomaron a los protestaban sin capucha? Esa debe ser su rabia, que esta vez no puede saber a quién debe abrirle un proceso disciplinario.
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