Llegó el gran momento; el momento esperado por todos aquí en los campamentos centrales de las FARC; el momento esperado por el país político, por el país militar y por el país periodístico; estamos a finales de septiembre de 1990, y hoy se dan a conocer las conclusiones de la primera cumbre de comandantes de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que deliberó durante varias semanas.
Nuevamente la sala de actos especiales del campamento de Alfonso Cano está repleta de gente, todos guerrilleros con uniformes y botas limpias; con sus armas recién aceitadas y con munición abundante; las camarógrafas y fotógrafas adjuntas al secretariado están en plena ebullición, activas, hacen sus filmaciones que posteriormente se verán fugazmente en los noticieros de televisión y en las páginas de los periódicos.
En el estrado toman asiento Manuel Marulanda, Manuel Pérez, Raúl Reyes, Timoleón Jiménez y algunos comandantes de frentes; Cano da lectura al primer documento el cual contiene la nueva propuesta de paz para el gobierno, y se insiste en la necesidad del diálogo como una vía para llegar a esa paz; la lectura de documentos sigue sucesivamente en la boca de Marulanda y Pérez; las voces retumban entre la selva y ahogan el ininterrumpido rumor del río, pues los guerrilleros que tienen a su cargo el mantenimiento de los equipos de sonido y amplificación, los han preparado especialmente para esta ocasión; hoy hay autorización para que todo el mundo que quiera grabar, filmar o fotografiar, lo haga sin impedimento o limitación alguna.
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Domingo Laín Sanz |
Llegado a su final el acto informativo sobre la cumbre, de nuevo el sacerdote Manuel Pérez se enfrenta a todo un batallón de combatientes que disparan, esta vez no con sus fusiles, sino con sus preguntas e inquietudes intelectuales, políticas, históricas, sociales, revolucionarias.
El turno es para Alberto:
-¿Quiénes han sido los sacerdotes católicos que han estado vinculados al ELN y cuales son sus rasgos biográficos generales?
- El primero y más importante fue el padre Camilo Torres, el segundo fue Domingo Laín y José Antonio Jiménez. Ellos eran dos sacerdotes de mi promoción que hacían equipo conmigo y que juntos vinimos a América y a Colombia, y nos vinculamos juntos también al Ejército de Liberación Nacional en aquel tiempo.
Domingo Laín nació en un pueblito de Zaragoza, en la región de Aragón. El pueblito se llama Panissa; de una familia muy pobre, campesina. A la edad de diez años marchó al seminario porque su familia era muy católica, muy trabajadora, profundamente honrada. Y por lo católica le inculcó desde niño tanto la religiosidad como la honradez y la compenetración y confraternidad con todos aquellos también pobres que eran sus hermanos. Yo creo que esas virtudes muy cultivadas desde niño, fueron las que le hicieron ir viviendo su vida de preparación al sacerdocio, pero al mismo tiempo su ligazón desde esa misma niñez, a los pobres, y al mismo tiempo de rechazo a la injusticia.
Domingo, después de que vivió varios años en el seminario de Zaragoza, él, en sus deseos de convivir siempre con los más pobres, fue a estudiar a Bélgica con los padres blancos, con la idea de ir, en principio, a África. Pero hubo una dificultad que tuvo para realizar ese sueño, es que los padres blancos vivían muy alejados de la realidad de los pobres, y rechazando de plano el que hubiera que luchar contra la injusticia. Eso hizo que Laín se saliera de ese seminario y se vinculara al grupo de sacerdotes que veníamos para América Latina.
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Domingo Laín, José Antonio Jiménez y Manuel Pérez |
Afortunadamente estaba monseñor Isaza, que era arzobispo de Cartagena, quien estaba dispuesto a recibirnos, y habiendo hablado con él, decía que aunque fuera en los barrios más pobres. Y él decía que eran precisamente los barrios donde casi ningún sacerdote quería ir. Para nosotros era muy bueno que eso fuera así. De ahí que nos viniéramos juntos a Cartagena. Después de casi un año en Cartagena, ya en la vida de los tres es que somos expulsados. El último en ser expulsado por su actividad en el barrio fue precisamente Domingo (Laín). Él fue expulsado por su actividad en el barrio, pero finalmente por unas conferencias que pronunció durante la celebración de la Semana Santa en Bogotá. Después de que habíamos sido expulsados de Cartagena, él se fue a Bogotá y celebró una Semana Santa en la Universidad Nacional. Ese fue el último acto legal de su sacerdocio que realizó en Colombia. De ahí de la Universidad Nacional fue trasladado al aeropuerto y, expulsado, ahí sí, por las autoridades civiles.
Tomado de "Crucifijos- sotanas y fusiles".
Continua en unos días...