Érase una vez cuando las paredes pudieron hablar…de hecho fue ayer…
La pedagógica cuestionaba el proceder de los malandrines de siempre que con saco, corbata y plancha engordan sus bolsillos y barrigas con el dinero y comida que no les pertenece.
En aulas y pasillos las capuchas y arengas manifestaban un compromiso combativo con el pueblo y sus ansias de igualdad, libertad y dignidad; y más paredes de calle atestiguaron la presencia de la generación decidida a vencer.
La pedagógica cuestionaba el proceder de los malandrines de siempre que con saco, corbata y plancha engordan sus bolsillos y barrigas con el dinero y comida que no les pertenece.
En aulas y pasillos las capuchas y arengas manifestaban un compromiso combativo con el pueblo y sus ansias de igualdad, libertad y dignidad; y más paredes de calle atestiguaron la presencia de la generación decidida a vencer.
Todo parecía normal… hasta que… esta oligarquía envejecida, como siempre temerosa del poder de un pueblo ultrajado, envió a sus más fieles y ciegos sirvientes por aire y tierra como cual ave carroñera que espera despojar de su propio ser a un pueblo moribundo por la explotación y desidia…
No fueron rayos ni centellas los que provocaron la ira y el desconcierto en la cuadra más parada de Bogotá, sino que la hélice del autoritarismo -muy amenazante ella- sobrevolaba las cabezas de aquella gente que lucha por una Colombia del tamaño de sus sueños… pero…
...Petos tronaron, gargantas siguieron arengando y aplausos sonaron como muestra de las ganas de defender lo que con sangre, sudor y lágrimas ganaron aquellos que soñaron y lucharon por un futuro lleno de oportunidades para todos.
E insistimos: que mientras esto no cambie, la democracia seguirá sabiendo a frustración, ¡O A MIERDA!
¡Ni con helicópteros, ni con balas, ni con espías nos podrán parar!
¡Con el pueblo, con las armas, al poder!
*Comunicado a la Comunidad Universitaria de la UPN, a raiz de la intromisión de un helicóptero de la Policía en nuestra acción del día anterior.
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