Movimiento Jaime Bateman Cayon: Una esperanza llamada M-19

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lunes, 23 de noviembre de 2009

Una esperanza llamada M-19


“…Nosotros creemos que el problema en Colombia no se resuelve, y eso lo hemos dicho en todos los idiomas, no se resuelve arreglándole el problema a unos detenidos políticos o a unos perseguidos políticos, el problema es más profundo, el problema está ubicado en las desigualdades grandísimas que existen en Colombia, en la miseria, en la falta de educación, en la falta de salud…”
Cmdt. Jaime Bateman Cayón.

Una esperanza llamada M-19

Indiscutiblemente el M-19 marcó la historia colombiana y tocó todas las esferas de la sociedad. Hizo que el concepto que sobre la guerrilla se tenía cambiara, volviéndola a traer al común del colombiano, al citadino que poco sabía de las luchas campesinas, de los objetivos de la lucha armada y sólo escuchaba sobre la chusma que comía niños y no creía en Dios. El M-19 mostró que era posible tomarse las ciudades, llenar de alegría el corazón de los niños con juguetes y leche, y hacer de ese acto el más revolucionario: enseñarles a combatir para que todos los niños del país tuvieran lo mismo.
La talla de la dirigencia y el corazón de los militantes hicieron de ese movimiento un reflejo de nuestro país: fuerza, lucha y astucia. Todo eso, sacado a relucir por la “diabólica” mente de Jaime Bateman Cayón, líder y fundador del M-19 hasta su desaparición en 1983. Ese hombre Costeño, desgarbado, narizón y con un afro impresionante, fue quien dirigió la orquesta y la mantuvo al ritmo de la música del pueblo. El Flaco Bateman propuso rescatar a Simón Bolívar de los museos, sustrajo la espada del libertador el 17 de enero de 1974 y la puso en la lucha de nuevo. Ideó el robo de más de cinco mil armas al ejército colombiano, dejándolo en ridículo ante la prensa nacional y extranjera. Después de un receso propuso tomarse la Embajada de la República Dominicana e hizo tambalear al Gobierno de Turbay Ayala ante la opinión internacional por torturador, antidemocrático y asesino. Fue el primer guerrillero en hablar de diálogo y negociación, como un camino más rápido (con las ganas de evitar la guerra prolongada que vivimos hoy) hacia la revolución y hacia la paz.
Pero Bateman vio la paz como un salario digno para los obreros, tierra para los campesinos y los indígenas, sabía que la paz pasaba por la justicia social y no por las acciones de la guerrilla. De igual manera vio en la negociación una forma de saber qué piensa en contrario sin dejar la dignidad de lado. Él creía que a las negociaciones debía llegarse con fuerza militar, porque nadie le iba a regalar al movimiento guerrillero lo que no había conseguido en el campo de batalla. Bateman hablaba de buscar las soluciones de la nación pero no de resolverle los problemas a los guerrilleros, sino solucionar los problemas fundamentales del pueblo. Ahí estaba todo el embrollo del asunto: ¿Cuáles son los problemas del país? ¿Las guerrillas o las injusticias? El problema fundamental de Colombia es que mientras unos mueren de colesterol alto, los otros se mueren de hambre. Antes de morir El Flaco repitió hasta el cansancio que la amnistía no era la paz, que el problema no era la guerrilla, que había que desconfiar de Belisario y su fraseología con la que decía mucho y nada al mismo tiempo. Hablaba de armarse… porque las armas eran y son la única forma de hacerse escuchar y hacer respetar la voluntad del pueblo. Jaime Bateman ó Pablo García era el conductor de ese proyecto llamado Colombia: combinaba la política con la capacidad militar, hablaba de las relaciones humanas como factor fundamental para llegar al poder y la bautizó “la cadena de afectos”. ¡Nos enseñó que la pasión desenfrenada va a hacer que en Colombia haya una revolución del putas! Pablo reunió la capacidad política de Álvaro Fayad y los conocimientos militares de Iván Marino para hacer que el Eme se moviera y moviera al país.
Ninguno, ni Iván Marino, ni Álvaro, ni Pizarro, supieron qué hacer ante ese monstro que se les venía encima: El país con sus problemas. A Iván la muerte lo sorprendió buscando un camino hacia la paz en Cali y a Fayad lo cogió en Bogotá tiempo después del asalto al Palacio de Justicia. El Eme agonizaba. Quedó al mando Pizarro quien lo condujo por un sendero del que no habría regreso: la desmovilización. El M-19 creyó estar dándole a Colombia una esperanza y un fin a la guerra, pero olvidó lo que dijo Bateman: “mientras en este país haya gente que tenga que salir con cuchillo a buscar el desayuno, habrá guerra”.
Efectivamente la guerra en Colombia no ha terminado y no va a terminar mientras subsistan las actuales condiciones de miseria, de indignidad. Un movimiento al que en medio del proceso de “paz” le asesinan a cientos de combatientes y a líderes como Afranio Parra (enterrado en medio de la negociación) no podía firmar un acuerdo como ese. El M-19 no podía firmar un acuerdo cuando todos sus proyectos de ley fueron hundidos en el congreso, cuando sus campamentos de paz asaltados, porque el proceso no sólo fue atacado por los militares sino también por la rama ejecutiva con sus engaños: ¿Quién maneja a los militares? ¡Ellos no se manejan solitos en Colombia! ¿Para qué firmar unos acuerdos que estaban rotos antes de ser pactados? Los errores se volvieron un caminar constante.
El M-19 siempre había promulgado que hacía acuerdos sobre el pueblo, es decir, sólo si había una solución a los problemas de los colombianos, ¿pero la hubo? En Colombia no hay más empleo, en Colombia no hay condiciones para vivir dignamente, en este momento hay más de veinte millones de pobres. El Eme no pudo seguir con su lucha después de desmovilizado porque precisamente la vía electoral (viciada y repugnante) no permite que en nuestro país hayan cambios en el sistema. ¡La Democracia colombiana está en su peor momento! ¡Murió! Así como las esperanzas que tenían miles y miles de personas en que el M-19 le podía reivindicar sus derechos. El Movimiento desconoció la realidad política que estaba viviendo la nación: El genocidio a la Unión Patriótica. ¿Cómo carajos ir a la lucha electoral cuando estaban masacrando un esfuerzo democrático de tan alta magnitud? ¿No importaban esos muertos? Jueputa, por pura dignidad y responsabilidad con la vida de los otros compañeros, se debió analizar con más detenimiento esa vía.
Lamentablemente la conducción de Pizarro estuvo marcada por la inexperiencia y el desespero en la guerra, las “buenas intenciones” no le permitieron ver la magnitud de sus decisiones. La gente a su alrededor aprovechó esas situaciones para conducir al eme hacia donde quería: unas cuantas curules y unas cuantas reformas que hoy no existen. Una constitución escuálida que fue fusilada por el paramilitarismo… la lucha de tantos años, los muertos que pusimos, fueron tirados a la basura, al caño. La conciencia de los combatientes está desaparecida, como los dineros de la desmovilización, como la dignidad que envolvió miles de armas. Ahora salen a flote el cretinismo condenando la lucha armada, jodiendo a los compas de las FARC o del ELN que con sus errores y todo merecen un gran respeto y una gran admiración. Jodiendo a los estudiantes diciendo : ustedes no son el M-19, negando las palabras de Bateman cuando decía que siempre que haya uno que se indigne, ese es del M-19, negando a Lucho Otero cuando nos recordaba que ser eme no es ser militante sino es ser y actuar de determinada manera… que es una manera honesta.
El M-19 como gestor de cambios en nuestra tierra fracasó, porque traicionó su esencia: la honestidad y la actitud de rectificar cuando se equivocaba. “A la gente no lo interesa si te equivocas en la política, a la gente le interesa es si eres consecuente o inconsecuente”, y esto va para los ex militantes que hoy trabajan con el uribismo. Frustró los sueños de un país mejor, no estuvo a la altura de las exigencias del país y ahora le hace favores a la oligarquía condenando la lucha guerrillera como un camino hacia la democracia y la justicia social. La democracia se construye, en eso estamos de acuerdo, pero no desde una curul en el senado ni desde la dirección de un partido buscando votos para no quedarse por fuera del escenario político.
Retomamos las banderas del comandante Pablo y buscamos enrutarnos por un camino que creamos a diario, tomando como base la experiencia. Aprendemos del Proceso y sabemos que la entrega de armas no es una opción para nosotros, que si las tuviéramos serían para garantizar que todos los acuerdos que hagamos se cumplan, para conseguir por la fuerza lo que nos sea negado por la vía burocrática… recordamos la promesa de Bateman: Mientras haya un guerrillero, un hombre dispuesto a defender su país, yo voy a estar ahí… El Flaco está con nosotros y nosotros con Colombia.
“nuestras armas son la garantía de los acuerdos que hagamos. ¡Filas de guerrilleros como los de Guadalupe Salcedo entregando sus armas, nunca las volverán a ver en este país o NO por lo menos de parte del M-19!
Cmdt. Jaime Bateman Cayón.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Compañeros me parece muy interesante su movimiento, me parece excelente revivir por medio de un movimiento a un personaje com "el flaco", recordar a Almarales, Pizarro, Arenas, La Chiqui... La lista es larga... Colombia lo que necesita ahora mas que nunca es al M-19 de vuelta y esta en nuestras manos, mente y corazon y que asi sea.
Por mi parte, no hago parte de la UPN, pertenezco a otra Universidad en la cual me formo como Educador... No olviden que en las Universidades privadas tambien existe la resistencia y YO hago parte de esa resistencia.
"Todo revolucionario debe creer siempre en la necesidad de tomar la iniciativa y debe negarse a esperar que los acontecimeintos hagan la revolucion por él"
TORAND

Movimiento Jaime Bateman Cayon dijo...

Sí compa, Colombia necesita nuevos combatientes con los valores que tuvieron en su época los del M-19. Que chevere que también sea educador y resista, esperamos poder encontrarnos con usted en este camino hacia la libertad.

Anónimo dijo...

¡¡¡Que asi sea!!!

Ruben Humberto Nuñez Montenegro. dijo...

A mi llena de nostalgia y me Fortaleza en pensar politico que hay que fortalecerlo eticamente desde lo intellectual y politico Como lo hicieron nuestros padres M