Movimiento Jaime Bateman Cayon: “NOS HEMOS UNTADO LOS PIES DE BARRO”

TITULO COLORES

TITULO EN NAVEGADOR

lunes, 28 de diciembre de 2009

“NOS HEMOS UNTADO LOS PIES DE BARRO”

Rafael Vergara (Dirigente del M-19. Representante internacional del Movimiento)

La desaparición prematura del Flaco Bateman posibilitó que algunos buscaran dejarlo para la historia tan sólo como una consigna. Generó la lucha por el poder en el M-19, El Flaco era el único que podía aglutinar y controlar esa expresión compleja de personalidades tan maravillosas y diversas que componían la dirección del M-19. Muerto él, comienza la orfandad, una orfandad que persiste.
Con su muerte comenzamos a pelearnos entre nosotros y el resultado de eso fue la gran matazón, matazón que arranca después de la reunión de Los Robles. Comenzaron a morir los grandes hombres, uno a uno, y en eso tiene que ver la orfandad en que nos dejó la desaparición física del Flaco Bateman.

La modestia de la sabiduría

Conocí al Flaco —como todos los colombianos— después de la toma de la Embajada Dominicana, cuando apareció por primera vez en público en la entrevista de Germán Castro Caycedo. Apenas lo vi quedé impactado con su irreverencia frente al dogmatismo de las organizaciones de izquierda. Esa entrevista sigue siendo absolutamente válida hoy en día. Descubrí que era posible tener otra óptica de la realidad. Esa entrevista se hizo en un momento político que partió la historia de este país en dos. Quienes piensan que no era un hombre estudioso se equivocan. Era estudioso y muy profundo: sólo que tenía la sencillez y la modestia que da la sabiduría. El intelectual en general no tiene esa sencillez, se enreda, porque carece del sentimiento de pertenencia al pueblo. Él decía:
“Nosotros nos hemos untado los pies de barro”.

Sentí que yo tenía un espacio allí

Cuando leí la entrevista de Castro Caycedo quedé atado al M-19 y comencé mi transformación. Yo era militante del EPL pero reivindicaba a Simón Bolívar. En el momento de leer esa entrevista, sentí que yo tenía un espacio allí. El Flaco decía, por ejemplo: “¡Eche, no joda! Si tú quieres tener un carrito o un apartamentico, eso no riñe con ser revolucionario”. Bateman planteaba que la contradicción principal no era entre la burguesía y el proletariado, sino entre la oligarquía y el pueblo. Y eso significó un paso adelante en la mentalidad de izquierda del país.

Lo protegían mucho

Lo conocí en México. Aún no teníamos una estructura muy sólida. El Flaco iba en un Volkswagen que se varaba todo el tiempo y se bajaba a empujar. Allí opté por ser el representante público del M-19. Éramos la organización más buscada, más perseguida de América La tina porque rescató la guerrilla urbana; que estaba prácticamente derrotada, Las compañeras que rodeaban al Flaco lo protegían mucho. No le protegían la vida solamente, lo protegían para que nadie lo “tocara”, para que nadie “le cayera del lodo bien”, para que él no se “encantara” con otra persona, para no perder peso a su lado. Eran verdaderas cortes. Le prohibían, por ejemplo, que fuera a mi casa; pero él siempre se escapaba y se presentaba solito.

Hay que dejarlo libre...

No hablábamos siempre de cosas trascendentales; no, ¡qué va! De pronto se emputaba porque el hijo que estaba en la barriga de Lucrecia, mi mujer, se iba a llamar Pablo, como él. Decía: “Deja de joder con eso, que después lo comprometemos. Eso no le da libertad al pelao, sino que va a tener encima a un tipo que tiene que imitar siempre. Hay que dejarlo libre…”

No puedo permanecer demasiado tiempo

Voy a contar un episodio que nadie conoce. Estábamos hablando de Cuba y de pronto le dije: “Oye, Flaco, esa vaina de un tipo treinta años en el poder se la aguantarán los cubanos, pero eso no lo aguantan los colombianos”. Se ríe y me dice: “¿Qué estás tratando de decir?” “Tú sabes lo que te estoy tratando de decir; mañana triunfa la revolución colombiana y entramos al Palacio bailando cumbia contigo en frente”. Se reía, el maldito. “¿Tú cuántos años vas a quedarte ahí? 'Te insisto, treinta años no se los aguanta nadie”. Se puso la mano en la cara, con ese gesto suyo tan característico cuando estaba inseguro de algo, y se me quedó viendo: “¡Mierda, compa, es que cuatro años son muy poquito! ¡No puedo hacer nada!” “Bueno, está bien, de acuerdo, cuatro años es muy poquito, pero ¿cuántos entonces?”. “¡Necesito ocho años para cambiar el país!”. Total, hacemos el acuerdo de que van a ser sólo ocho años. Esto te muestra que él tenía la convicción de que nunca se iba a morir. Luego pasamos a otro tema. Después de mucho hablar, me dice: “¡No joda!, y después de esos ocho años ¿qué me vas a poner a hacer a mí'? ¿Qué me vaya quedar haciendo?” “Te ponemos como asesor, un tipo al cual se le consulta. Vas hasta ahí, ocho años, y luego te vas a recorrer el mundo, como los grandes protagonistas de la historia”. Se me queda viendo y dice: “Es cierto, no puedo permanecer demasiado tiempo”.

La tiranía de las mujeres

Si alguien tuvo influencia sobre Jaime Bateman fue Torrijos. Cuando miro al Flaco y miro a Torrijos, siento que son de la misma familia. Son parecidos en las concepciones, en la táctica y en la audacia intelectual. Los veo como a un Don Juan preparando su ataque de manera impecable. El episodio de los ocho años lo recuerdo con mucho cariño porque me daba la dimensión del personaje, un personaje al que podías tocar. Una vez le mandé decir: “¡Flaco, estoy aburrido de la tiranía de las mujeres!” Porque la jefa internacional era Vera Grabe y en la estructura organizativa de México, arriba de mí, estaba otra compañera, luego otra compañera y luego otra. Eso me tenía enloquecido; era “la tiranía del feminismo”. Un día, ya aburrido de las maricadas de las peladas, le mandé decir que “se comiera un cerro de mierda”. Me habían envolatado la participación en la Octava Conferencia. Me mandó decir. de vuelta ¡que me lo comiera yo! Así era. Igual a Torrijos. Por ejemplo, había un borrachito que pasaba siempre frente a la casa de Riohato, en Panamá, y le gritaba: “¡Tú eres un hijueputa!” Torrijos salía y le respondía: “¡Más hijueputa eres tú!”

Un hombre al que le podía llegar

Aunque no tuvimos una permanente posibilidad de vernos, teníamos comunicación. Yo era el editor de la revista Vainas de Macondo y escribía en la revista Colombia; además, trabajaba en el sueño del Flaco de crear el frente internacional del M-J9. “Ahí está otra vez la influencia de Torrijos y la influencia sandinista. El recuerdo que tengo de Bateman cuando lo vi por primera vez fue como conocer el antihéroe, un larguirucho, narigón, un hombre al que podías llegar.

Me puso a escribir en serio
Yo venía del ML ¡Imagínate, orinaba rojo!, y el hombre me hace una jugada: decide que quien tiene que establecer las relaciones con la Internacional Socialista era yo. Y con eso me obligó a crecer, porque para mí los de la Internacional Socialista no eran revolucionarios. Me escogió a mí y me obligó a dejar el lenguaje retórico del marxismo esclerótica y me puso a escribir en serio. Le debo al Flaco que me haya puesto a escribir. Me forzaba la cabeza para que yo entendiera que el mundo era más ancho. Me pidió que escribiera el primer documento para la Socialdemocracia. Se lo entregué y ni lo leyó. Le puso la firma. Algo grandioso, creía en la gente, en las mujeres sobre todo. Era la influencia de la vieja Clema. Siempre lo veías rodeado de mujeres y muy enamorado. Da pena decir esas vainas porque Esmeralda seguro piensa que él era un santo y de pronto se molesta. Era un santo con ella. La quería, o sea, era leal. Podía tener una relación con otra mujer, pero Esmeralda era Esmeralda. La quería mucho.

Por un problema de plata tantas truñuñeces

Una vez cincuenta pintores mexicanos hicieron una agenda del Eme. ¡Otra vez las compañeras! ¡Coño, si eran difíciles! Me retrasaron tanto los dineros que hubo que demorar la edición, ¡y yo con los negativos hechos! Imagínate, por un problema de plata tantas “truñuñeces”. Estábamos en una cafetería hablando con la Mona Vera, otras compañeras, el Flaco y yo; de pronto, en la charla, yo le estaba poniendo las quejas de que me estaban negando el dinero, y de pronto siento la mano de él en la rodilla: Pensé: “¡Mierda! ¡Se mariquió el Flaco!” Y lo que pasaba es que me había puesto a escondidas mil dólares.
Cuando ellas se despidieron, me dijo: “No vayas a decir un carajo o si no después me matan esas mujeres”.

Leía lo que necesitaba

Cosas del Flaco para su biografía: nace aliado del mar, en la primera ciudad que fundan los españoles y que sobrevive a la Conquista: Santa Marta. En la misma ciudad muere Bolívar y allí se hace hombre Gaitán. Esos fenómenos tuvieron en él gran influencia. Clementina decía que el Flaco leía mucho a Bolívar y a Gaitán desde pelao. Aunque la tendencia de muchos era ver al Flaco como un hombre que no leía, que era de la “social-bacanería”. No podían entender que supiera tanto. Leía lo que necesitaba leer y punto.

Se la pasaban en la conspiradera

El hombre inaugura la insurgencia negociadora. Bateman es un hito, una marea en el tiempo. El significa el antes y el después: Te hablo del hombre que viene del marxismo, y lo desdogmatiza, del que siempre está dispuesto a la solución de lo posible. El logró poner en la práctica la flexibilidad de la insurgencia armada. En eso tuvo mucha influencia de Torrijas. De las pocas cosas que el Flaco escribió, es el comunicado cuando Torrijos se muere; ese es de la propia pluma del Flaco y refleja el valor tan enorme que le daba al General. Eran hermanos. Eso te explica por qué se la pasaba en Panamá. No solamente por razones de seguridad, sino porque se la pasaban en la conspiradera siempre y mamando gallo.

Mar, devuélveme a mí hijo

Era mágico todo en él; incluso hasta la manera corno desaparece, el misterio que rodea su muerte. Si me preguntas si fue un accidente o fue que le bajaron el avión no te lo podría asegurar, como tampoco sé si fue verdad que él había visto cuando vendieron la espada del coronel Aureliano Buendía. Tampoco sé si eso es mentira. Su vida fue eso. El hecho mismo de que lo encuentren los indígenas en la selva y de Clementina gritándole al mar: “¡Marrrr... devuélveme a mi hijooo!... ¡devuélveme a mi hijooo!...” lo escucharon los Cunas. Ese grito va por el viento y cuando le cuentan a Fidel, el hombre se puso a llorar y dijo: “Se perdió un gran hombre, un gran héroe de América”.

La nutriente sustancial es la cultura

Bateman nos marcó la ruta. Él planteó por primera vez la necesidad del Diálogo Nacional como salida negociada al conflicto armado. Se adelantó a la guerrilla latinoamericana. Rompió la lógica de la guerra entre aparatos militares. El gran error es seguir pensando con la lógica política, creyendo que la nutriente sustancial de los pueblos es la política y no la cultura; la política lo único que puede hacer es posibilitar el espacio para que la cultura florezca.


La fuerza irresistible del amor

Bateman planteaba la “cadena de los afectos” como enlace político-poético: Decía que el poder de los seres humanos residía en “la fuerza irresistible del amor” y que esa tenía que ser la motivación del M-19. Eso no es del Flaco, es de Bolívar. En Colombia, en vez de haber estado jodiendo tanto con lo del odio de clase, si hubiéramos explotado más ese concepto del amor; seguro que las cosas hubieran sido distintas. El Flaco encarna la transformación de la actividad política porque le mete la nutriente del amor, y eso era difícil esperarlo de un guerrillero. Un guerrillero que comenzó a creer que la alegría era el elemento más activo en la lucha.

Sobre todo, sabía de la gente

Sabía de la guerra muchísimo. De veras que sabía de eso, pero sobre todo sabía de la gente. Un periodista terminó escribiendo que el Eme tenía hasta rockets y todo eso fue por el encarrete que le metió el Flaco.
He valorado tanto el hecho de que Bateman con un puñadito de hombres —éramos un puñadito fuera de la cárcel— lograra elevar el nivel de lucha armada en el momento más difícil... La fuerza material era mínima. El ataque al palacio presidencial con el mortero. “Voy a liquidar la amnistía”, dijo, y le quitó la iniciativa al gobierno. Le lanzó un mortero al Palacio a las 6:00 de la mañana, cuando no había nadie. Éramos una guerrilla “antiséptica”, con el menor número de muertos posible.
Estaba ahí, constatando la pasión desbordada del pueblo
La experiencia del Flaco con los sandinistas fue enorme.
Conoció a Tomás Borge en Colombia y tenía una gran amistad con él. El impacto sandinista en él es determinante en la formación de su pensamiento político. Viajó inmediatamente se dio el triunfo en Nicaragua. Él estaba ahí en ese momento, constatando la pasión desbordada de ese pueblo. Si le quedaba un pedacito de dogmatismo comunista, se le acabó en Nicaragua. Extrajo de la experiencia nicaragüense que si tú quieres ganar, tienes que romper la columna vertebral que es el ejército. Hay quienes dicen que el Flaco se equivocó en eso, cuando dijo que ¡ni por el putas!, que no era el tiempo todavía de salir a la calle, sino que había que darle duro al ejército, ablandarlo para que también se ablandara el sistema político. Decía que el ejército era el tronco. Si tú tumbas el tronco, se caen las ramas. El proceso político parece no haberle dado la razón en eso. No lo sabemos todavía con seguridad. Los troncos no se derrumban sólo con estallidos. El ejército colombiano ha tenido algún cambio en estos años, o si no, no estarían tolerando el proceso actual.
Viene la orfandad

El Flaco se muere y viene la orfandad y la lucha intestina en el Eme por el poder. La destitución de Iván es la infamia más grande que se ha cometido. Eso rompió la “cadena de los afectos”. Comenzaron los odios y la debacle. Comenzamos a equivocarnos. “El Turco” proyecta vainas sin debate porque ya no existían las grandes amistades que movieron al Eme como para decirle: “Turco, no joda, te equivocas, no vayas tan rápido”. No hay que echarle toda la culpa al Turco; la culpa fue de todos los que creíamos que seguíamos en lo cierto; la culpa fue de la orfandad. Si Jaime Bateman hubiera estado vivo durante el 84, o sea, en el gobierno de Betancur, otro hubiera sido el resultado.
Bateman planteaba que no era posible encontrar la salida negociada si los militares no se sentaban a la mesa de las negociaciones. “El Diálogo Nacional no puede ser completo si los actores, los protagonistas, no se sientan a hablar”. Hay gente que está diciendo eso ahora. Era un visionario. El pensamiento de Jaime es un pensamiento vivo.
Yo, por ejemplo, ahorita mismo estoy en deuda con él. Tengo que ir a Santa Marta a visitarlo y contarle qué ha sido de mi vida. Tengo que contarle cuáles son los pasos que estamos dando; contarle lo que está pasando.

No hay comentarios: