Movimiento Jaime Bateman Cayon: “QUEREMOS LA PAZ EN COLOMBIA, PERO ESTAMOS PREPARADOS PARA LA GUERRA” PARTE 4

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jueves, 31 de diciembre de 2009

“QUEREMOS LA PAZ EN COLOMBIA, PERO ESTAMOS PREPARADOS PARA LA GUERRA” PARTE 4

Javier Donoso: Tú hablas acerca de la posibilidad de establecer alianzas con un sector de la burguesía que no está vinculado con esta oligarquía que tiene el control del Estado. ¿Cómo ven esta integración, bajo qué condiciones y con qué perspectivas?

Jaime Bateman: Esta posibilidad surge de la realidad misma. Hay sectores de pequeños y medianos industriales que están siendo liquidados económicamente porque el monopolio empieza a tragarse a todo el mundo. Igualmente en el campo, cientos de miles de campesinos van hacia la ruina porque el agro colombiano se ha industrializado a pasos agigantados y existe una alta concentración de la propiedad. Los pulpos financieros absorben el 75% del préstamo bancario lo cual es otro factor que perjudica la existencia de la pequeña y mediana empresa. El M-19 ubica a estos sectores como una fuerza potencial capaz de sumarse a un proyecto democrático. Por eso consideramos necesario que nuestro programa político integre sus intereses. Esto se logra en la medida en que proponemos el control de los monopolios industriales y financieros, la racionalización del crédito y otras medidas de apoyo a la pequeña y mediana empresa.
Actualmente trabajamos al interior de estos sectores y sabemos que si bien nuestras propuestas son acogidas, no se entiende nuestra labor militar. Creemos que es una cuestión de tiempo: su actitud cambiará en la medida en que, en el enfrentamiento con el Estado, se den cuenta de la realidad: que aquél es incondicional de la política de concentración monopólica la cual terminará por asfixiarlos.

Javier Donoso: El M-19 ha logrado desarrollar un fuerte contingente guerrillero en las zonas rurales. Al mismo tiempo, la caída de un grupo de compañeros cuando venían ingresando a ellas —según informaciones divulgadas internacionalmente— estaría expresando por una parte que es gente que viene de afuera a instalarse en una zona determinada, donde no existe previamente un trabajo de masas. De allí podría desprenderse que el M-19 está revitalizando la vieja teoría del foco. ¿Cuál es la vinculación de la guerrilla rural con los campesinos, con el movimiento popular ya existente, y cuál es la relación desde el punto de vista del abastecimiento, de la logística y del costo que eso significa?


Jaime Bateman: Respecto a la primera parte de la pregunta, nosotros no pensábamos establecer una zona de operaciones militares en Nariño, que es la que mencionas. Utilizamos esa región como ruta de entrada de armamento y personal entrenado.
Pretendíamos fortalecer al movimiento político rural, a la base campesina de nuestras fuerzas militares en el Caquetá, región ubicada al oriente de Nariño.
No tenemos problemas de abastecimiento y creo que la guerrilla Colombiana, en general, no lo tiene por las condiciones concretas en que se mueve, es decir, en zonas campesinas pobres, con gran tradición de lucha.
Sin embargo, por la militarización de las zonas, hay problemas para entrar el armamento, para mantener un cúmulo grande de municiones, para el entrenamiento militar de masas. Por eso estamos armando a los campesinos; no tenemos la concepción de trasladar guerrilleros urbanos al campo.
La necesidad de lucha se genera a partir de las mismas condiciones sociales existentes en la zona. Si necesitamos especialistas militares, los comisionamos a realizar esas tareas, sin que esto sea nuestra política general pues creemos que las bases guerrilleras rurales deben ser integradas por la población que conoce el medio, que vive del medio. A un grupo urbano te lo sacan del monte con facilidad; te lo puede destruir el monte, no el Ejército.

Javier Donoso: Siguiendo con el problema de los golpes recibidos por el M-19, a menudo se lo ha dado por desaparecido, agónico. ¿Cuál es el peso real que tiene hoy el M-19 tanto desde el punto de vista político como militar?

Jaime Bateman: Te voy a dar tres versiones bastante difundidas. El Presidente de la República decía hace poco —en una declaración solemnísima anunciando que estábamos muertos todos— que por primera vez en 150 años el país se había visto en un peligro real de rompimiento de las estructuras tradicionales. Otra versión es la del ex presidente López Michelsen quien afirma que nosotros somos la conciencia social del país, que el M-19 está ahí diciéndole al país, permanentemente, más de tres verdades.

Y la versión del pueblo que se manifiesta en la solidaridad y simpatía con nuestro movimiento. En cada acción, por pequeñita que sea, nos encontramos con el beneplácito del pueblo.
La solidaridad popular se observa hasta en las derrotas: en Nariño perdimos una batalla pero los Consejos de Guerra contra nuestros compañeros se convirtieron en actos de masas y ellos recibían ayuda de gente que no los conocía. Hay acciones armadas en las cuales no hemos tenido nada que ver nosotros como estructura orgánica pero que las masas las ejecutan a nombre del M-19. En las universidades donde no teníamos influencia, este año hemos iniciado el desarrollo de un frente estudiantil con perspectivas.
Es difícil darle cohesión orgánica a toda esta simpatía que se expresa en acciones concretas de solidaridad y de colaboración porque la represión es muy fuerte. Un punto central de nuestra actividad ha sido ir engranando toda esta actitud política hacia el M-19 en un movimiento de masas. Pensamos que lo vamos a lograr a través de la lucha armada que lo hace todavía más difícil pero no vemos otra salida ante la negativa gubernamental de aceptar nuestras propuestas de paz.

Javier Donoso: Tradicionalmente se habla del crecimiento molecular de los partidos, la captación, la organización, la formación de bases, los comités regionales, a través de los cuales los partidos comienzan a crecer y desarrollarse. En el M-19 parece no existir esa concepción sino más bien una concepción de grandes masas movilizadas tras un gran movimiento. Pero ¿qué posibilidad les da eso de golpear donde quieren y cuando quieren como vanguardia?

Jaime Bateman: Todavía no somos partido ni vanguardia. Pero sí tenemos una estructura organizativa, con regionales, con direcciones intermedias, comandos de base y grupos de apoyo insertos en las masas, que se reproducen rápidamente. Esta estructura no cubre todo el territorio nacional. Por eso hemos tenido que escoger regiones claves en donde las condiciones son más favorables para nuestro desarrollo. Hoy por hoy el M-19 es más fuerte como corriente de opinión que como estructura orgánica. Y aunque las estructuras son tan necesarias como el movimiento político, lo fundamental en esta etapa es el movimiento político, el cual tiene que estar apoyado por una fuerza militar. Esta última es donde más hemos avanzado porque ahí sí tenemos un control absoluto de la organización y es de masas.

Javier Donoso: ¿Cómo se expresa, específicamente, en ese campo la experiencia?

Jaime Bateman: Tenemos un Estado Mayor Nacional de la Fuerza Militar con sus comandantes de región. Cada región comprende dos o tres departamentos. No tenemos más que tres regiones, dos rurales y una urbana, porque estamos en un proceso de cualificación de cuadros militares. Entonces creemos que hay que concentrar la capacidad de dirección así como nuestros esfuerzos político-militares y económicos. Cada comandante de región tiene dos o tres columnas. Hay una, la más grande, la del Caquetá, que tiene cuatro columnas guerrilleras, con sus subcomandantes de columna. Cada subcomandante tiene varios mayores. Cada mayor varios capitanes. La unidad básica de la Fuerza Militar es el teniente quien debe ser un dirigente de masas, no sólo un cuadro militar.
El teniente tiene mando sobre dos tipos de fuerzas militares: una regular, la de la guerrilla clásica, profesional, dedicada a actividades militares y lo que llamamos comandos de lucha local conformados por el pueblo que trabaja, estudia, etc., pero no es profesional. Lógicamente, estos comandos constituyen la fuerza militar más grande apoyada por los organismos regulares de la guerrilla, en sus diferentes actividades.

Javier Donoso: En las ciudades, ¿mantienen la misma estructura de las Fuerzas Militares?

Jaime Bateman: La misma estructura, aunque lógicamente su número es menor y es más compartimentada. Aquí, en el campo, se pueden reunir 400 personas, en la ciudad no puedes hacerlo. Pero los criterios son los mismos.


Javier Donoso: ¿Cuáles son sus perspectivas políticas inmediatas?

Jaime Bateman: Como ya decía, es tarea fundamental del momento transformar en organización político-militar toda la simpatía existente por nuestro proyecto. En esto juega un papel importante la preparación del Segundo Paro Cívico Nacional donde va a confluir la protesta de distintos sectores sociales, especialmente del sector obrero, que es el más interesado en la realización de este paro.

Creemos que no se puede determinar una fecha muy próxima para la realización del paro en este momento, porque no hay condiciones militares que aseguren resultados favorables para las fuerzas populares y a nivel político. Existe por parte de diversos sectores gran indecisión debido a la magnitud de las repercusiones que tendría un acto de esa naturaleza en la situación crítica que vive el país. El enemigo va a movilizar todas sus fuerzas contra el paro y hay quienes afirman que podría ser el pretexto para que los militares asuman abiertamente el poder.
Nosotros consideramos que éste no es el problema que debe definir si hay paro o no, porque en ésas nos tienen hace años: te encuentras con la realidad de que tu actividad, desde el paro cívico hasta cualquier huelga o acción militar conduce al golpe militar. No: lo que hay que asegurar es una organización adecuada de las masas, la posibilidad de recoger en su beneficio los frutos de esa gigantesca movilización y que esta experiencia abra nuevas perspectivas al movimiento popular.

Javier Donoso: ¿Habría posibilidades de que ustedes sobrevivieran a un golpe militar?

Jaime Bateman: Lo que se está haciendo hoy en el Caquetá es una guerra con helicópteros artillados, operaciones militares masivas, tácticas de aniquilamiento... todo lo que se hace en El Salvador, con la diferencia de que las Fuerzas Armadas nuestras todavía no tienen ni la capacidad ni la profundidad política que tienen las salvadoreñas. La represión que se ha hecho aquí no es un juego, es para matarnos a todos, incluida la población civil. Y pasamos la prueba.
El movimiento popular en las ciudades lógicamente sufriría un golpe grande pero en Colombia el movimiento popular tiene una reserva estratégica, que es el movimiento armado, el cual, en esas condiciones proporcionaría la posibilidad fundamental de enfrentar la dictadura agrupando en torno suyo a todas las fuerzas patrióticas. Se levantaría un monstruo porque ya nadie dudaría de que las condiciones políticas no dejarán otra alternativa.

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