Cuarta entrega de "Relatos de la Violencia".
Álvaro Fayad (Parte 3)
De la lucha guerrillera
Me vinculé a la
Anapo.
Al día siguiente
de las elecciones presidenciales del 19 de abril de 1970, cuando le arrebataron
el triunfo a la Anapo, protesté en las calles con la gente. Pero no pasó nada:
el general Rojas se asustó y nosotros no teníamos armas. Sin embargo, ese día quedó
en mi memoria para siempre… Yo fui quien insistió después en que nuestro
movimiento se llamara así, Movimiento 19 de Abril. Algún día esa fecha, que recuerda la derrota del pueblo
colombiano, se convertirá en el símbolo del triunfo.
Por esa época me
hice amigo de Pablo (Jaime Bateman). Él estaba en Bogotá, parado en una esquina
del centro, en frente de un teatro donde presentaban películas dobles, de
vaqueros… Hablaba desde un teléfono público. A su lado, en el suelo, había un
atado mal envuelto en papel periódico, amarrado con cabuyas en desorden… Ya su
cara me era conocida. Ya sabía yo que él era un costeño importante, un alto
dirigente guerrillero…
Jaime Bateman Cayón |
Me le acerqué.
Me saludó. Me contó entonces que mataba el tiempo. Que esperaba el momento de
acudir a una cita. Que el paquete que tenía a su lado estaba lleno de boletines
clandestinos del Estado Mayor de las FARC. Que él los escribía. Que picaba los
sténciles. Que los sacaba en mimeógrafo. Que hacía los paquetes. Que los
distribuía en Bogotá…
Me dijo, además,
que no tenía dónde hospedarse.
Lo invité a mi
apartamento. Se sentó a escribir. Acabó todo el papel que me habían dado para
que yo hiciera una revista. Textual
iba a ser su nombre. La teoría revolucionaria analizada a al luz de las nuevas
experiencias en Centroamérica y de Brasil iba
a ser el tema.
Pablo permaneció
unos días en mi casa. Siempre estuvo hablando, hablando…
-¡Para qué
escribir sobre la lucha armada si aquí se está haciendo! ¡Hay que hacerla!
–repetía- Tantos libros que usted tiene… Pura carreta… ¡Los hechos, los hechos!
–insistía.
Y Pablo hablaba…
Con frecuencia, yo me reía al oír las cosas tan graciosas que decía.
(Cuando lo
mencionan, me sonrío… Eso nos ocurre a todos los que lo conocemos. A los presos
nos torturaron varias veces para que les dijéramos a los militares por qué nos
sonreíamos cuando nos preguntaban por Bateman. Para saberlo, tendrían que
conocerlo… Ahora recuerdo la época posterior al robo de las armas del Cantón
Norte. Él permanecía horas enteras sentado en una hamaca escuchando por radio
las noticas desastrosas: capturados muchos miembros del M-19, preso Iván,
encontrada la mayor parte de las armas… Mientras tanto, Pablo no hacía más que
cantar “La Ley del Embudo” con el radio al oído. ¿Sí sabe que él estaba
empeñado en que ese vallenato fuera el himno del M-19? Al respecto hubo
debates, reuniones, peleas… Pero no logró convencernos, ¡Cosa bien extraña!)
Como le decía,
cuando lo conocí, Bateman me convenció en unas horas de que me fuera para el
monte.
Hacía tiempo que
la lucha armada me daba vueltas en la cabeza. Pero yo no creía que las FARC
pudieran desarrollar la lucha de manera tal que llegaran a la toma del poder.
Sin embargo, Pablo insistía en que a raíz de la Quinta Conferencia de las FARC
donde su jefe, Manuel Marulanda Vélez, planteó que la guerra debía llevarse a
los centros neurálgicos de la producción, las FARC iban a cambiar. Y a eso
estaba dedicado Pablo. A crear grupos urbanos que desarrollaran esa nueva
concepción de la lucha en el seno de las FARC.
Entonces pensé
que la teoría tiene que probarse en la práctica… Y abandoné el proyecto de la
revista. Y dejé picados los primeros sténciles. Y me dediqué a ayudarle a Pablo
a publicar Resistencia, los boletines clandestinos del Estado Mayor.
Y me fui para
las FARC.
Recuerdo esa
mañana…
Hacía frío. El
cielo era plomizo.
El día estaba
gris.
Tomado de: Siembra Vientos y Recogerás Tempestades. Patricia Lara.
(En unos días continuamos con un nuevo relato)
Tomado de: Siembra Vientos y Recogerás Tempestades. Patricia Lara.
(En unos días continuamos con un nuevo relato)
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