A mamarle gallo al sistema
“Voy al campo de batalla a cumplir con la cita, voy dispuesto al
sacrificio que sea necesario. El sacrificio es el fuego que le purifica el alma
y el corazón al revolucionario” Julián Conrado
Hoy, con la misma convicción que desde el primer momento nos empuja y nos sigue estimulando día a día hacemos presencia nuevamente en la Universidad Distrital ante ustedes, compañeros de academia, de momentos duros pero también de largas jornadas de sueños y victorias.
Lo hacemos para denunciar lo que viene pasando aquí, pero no solo eso, nuestro propósito es hacer un llamado a la rebeldía, a la desobediencia consiente, a la organización, a la lucha y al comBateman por la defensa de la Universidad pública, y por el anhelo inclaudicable de construir un mundo nuevo.
¿Y cómo no levantar nuestra voz contra la mercantilización de nuestra educación? ¿Y como no indignarnos con las amenazas a los grupos de artistas que a diario resisten en las calles? ¿Cómo no molestarnos y organizarnos contra el traqueteo de los fusiles de un régimen que ha impuesto la paz de los sepulcros, la industria del miedo y el sicariato a las ilusiones?
De hechos concretos estamos hablando aquí, de Estatutos de seguridad (o estados de sitio, como prefieran llamarlo), de reformas animales, de gobiernos criminales, de lagartos congresistas, de cerdos policías y en fin, de zoológicos electorales; establos nacionales, presentes también, en las universidades, financiados por Paracos como el caso de “Pupiales”. Que generan contraticos y de Ron muchos traguitos, que aumentan capitales y enriquecen los bolsillos, para comprar apartamentos en los barrios de los ricos, como lo hizo hace poco nuestro ex vicerrector “Orlandito”.
A eso nos referimos cuando estamos protestando, a decanas de caverna, conductistas y “escueleras” que dividen la sede y sus paredes, como si estuvieran hablando de alguna parcela, de un pedazo de tierra; como si el arte fuera, por demás, una actividad cualquiera, maquinal y arbitraria como una receta.
Así no se puede construir academia, y menos cuando la seguridad privada se encuentra permanentemente armada y te golpea, persiguiendo estudiantes y requisando las maletas, no tras el licor y los ladrones que siempre entran ¡eso sí! De eso no se dan cuenta.
Y como omitir nuestro apoyo alimentario, que “tantos gustos” ha despertado este semestre, una lucha de mucho tiempo batallada y que hoy es desdibujada por un almuerzo que nunca alcanza y muchos estómagos que vacios disienten.
Vajilla nueva para porciones miserables, ese es el paisaje que se ve en “nuestro” restaurante, gracias a la secretaría de integración social que en un gesto fenomenal se le ocurrió obligarnos a entrar en dieta, imaginando que: “estos chinos no dicen nada y se callan la jeta”.
Nada más alejado de la realidad, pues dieron con la gente equivocada, los estudiantes de la Universidad Distrital que últimamente ha estado muy parada. Que se hacen notar en las marchas nacionales, que poseen organizaciones magnificas en cualidades, que se tapan la cara y gritan rebeldía, pues las conquistas no se dan a punta de discursos y sparkies rodeados de palabrería: se hacen en la calle marchando y combatiendo con alegría, confrontando y debatiendo para construir la fiesta, esa del hombre nuevo, esa misma de la utopía, esa del marginado como lo llaman hoy en día.
Hoy los invitamos a cocinar la molocha antes que les dé locha, a organizarse y recuperar la utopía, a resistirnos a la imposición de la amnesia colectiva, a construir universidad pública día a día, a utilizar esos lápices que son armas muy efectivas. y a tropelear con coraje cuando nos toque a todos la cita.
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