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domingo, 20 de mayo de 2012

Relatos de la Violencia: “Tres Sacerdotes guerrilleros venidos de España: Domingo Laín, José Antonio Jiménez y Manuel Pérez Parte 3”

Sacerdotes guerrilleros (Parte 3 de 4)



Pregunta ahora Jerónimo: Compañero Manuel Pérez: ¿En qué condiciones muere el padre Domingo Laín?


Domingo murió en la quebrada La Llama, cerca a Puerto Clavel y Bagre, departamento de Antioquia. Los compañeros venían haciendo un cruce para comienzos del 74. O sea e el tiempo todavía comprendido en la Operación Anorí. Venían del Magdalena hacia el Cauca. Al llegar a esas tierras, se encontraron con un gran operativo del ejército. Ellos venían de caminar muchos días, en una situación muy dura de cansancio, agotamiento y todas las demás dificultades propias de una lucha como esta de la lucha armada revolucionaria. Problemas de alimentación, de enfermedad, porque esa es una zona muy brava de paludismo. Ellos estaban sin provisión y se encontraron con ese operativo enemigo.

Por todas esas dificultades, Domingo estaba enfermo. Estaba hinchado y se pensaba que eso se debía a la desnutrición. Pero ante el operativo militar con que se encontraron, ellos vieron que lo mejor no era estar pasivos, y que ya que los había cogido el operativo, iban a enfrentar la situación. Ellos descubrieron un campamento del ejército, y además se dieron cuenta de que el ejército acampaba ahí pero se emboscaba en un camino por si acaso pasaba la guerrilla. Entonces los compañeros trataron de montarle rápidamente una contraemboscada al ejército.

Ahí hubo como un acercamiento de las dos fuerzas, los compañeros no estaban bien emboscados y la plaga enemiga venia bajando ya. Entonces hubo un choque en que los compañeros le hicieron bajas al ejército. Al parecer, según testimonios posteriores, Domingo trató de recuperar un arma a uno de los soldados que había caído. Pero otro soldado había quedado vivo detrás y le rafagueó a Domingo. Otro compañero murió también al tratar de rescatar el cadáver de domingo. Sé que en la actualidad hay en el sur de Bogotá un barrio que lleva su nombre, cerca a la ladrillera donde Domingo trabajó como obrero.

Juan Carlos, pregunta En qué condiciones y en dónde muere también el padre José Antonio Jiménez, a lo que Manuel Pérez responde:

El fue el primero que murió de los tres. El murió como al año de estar vinculados nosotros a la guerrilla. Murió por los lados de Yondó, Antioquia, cerca del río Magdalena. Los compañeros, como siete, habían salido a una comisión, incluido él, José Antonio. Era una de las primeras veces también que él salía a operativos. Cuando llevaban varias horas caminando, José Antonio se sintió mal. Se detuvo la marcha, y el compañero comenzó a trasbocar, como con mareos intensos, y al poco raro murió, ahí mismo.

No se puede establecer si fue insolación o si fue que algún animal le picó o mordió. Es que a los pocos minutos de su fatiga, perdió la noción de las cosas, perdió la capacidad de raciocinio. Nunca se pudieron establecer las causas reales de su muerte, pero las circunstancias fueron así.

José Antonio era el mayor de los tres. Tendría unos treinta y tres años. Había nacido en un pueblo llamado Nariño, de la provincia de Teruel, también Aragón. Había hecho su bachillerato normal y trabajaba en un banco en Madrid. Era cajero, tenía su profesión. Y ya siendo adulto fue que decidió hacerse sacerdote. Incluso tenía novia y estaba para casarse cuando resolvió vincularse al seminario para iniciar su carrera sacerdotal.

Y como interrumpió su vida normal y dio ese paso, nosotros lo molestábamos diciendo que era de vocación tardía. Era una persona muy responsable en su vida, su trabajo, en sus relaciones familiares. Entonces es adulto decide ser sacerdote, y mas adulto aun cuando se resuelve por la guerrilla. Desde que se vincula al seminario se vincula con nosotros hasta que llegamos a América y hasta que muere en la lucha armada guerrillera colombiana. Podríamos decir que era algo así como la persona seria del equipo de sacerdotes que trabajábamos juntos. Domingo y yo éramos mas hiperactivos. En cambio José Antonio era mucho más reposado, más sereno, mas aplomado, reflexivo, analítico. Él tenía otra característica en la guerrilla, y es que a pesar de que muy pronto murió, él venía haciéndose unos cuestionamientos de algunas cosas que veíamos no correctas que se desarrollaban en ese tiempo en la guerrilla.

De ahí que él estaba para ese tiempo como en una situación de ver cómo se podían plantear algunos cuestionamientos sobre cómo estaba dándose el desarrollo de la organización. Esos son algunos de los aspectos biográficos fundamentales de José Antonio Jiménez.

José Antonio estuvo en la parroquia de Olaya Herrera en la Ciénaga de la Virgen de Cartagena, junto con Domingo y conmigo, Antes habría estado conmigo en la Republica Dominicana.

Nayibi levanta la mano para pedirle al Padre Manuel Pérez: Háblenos un poquito de usted: ¿Dónde nació, Cuando..?

Yo nací en 1943 en Alfame, un pueblito o caserío de la provincia de Zaragoza, como a veinte kilómetros del pueblo donde había nacido Domingo Laín. También soy de familia de campesinos pobres, y también desde niño fui educado como en una actitud normal muy sana en aquellos pueblos, con una religiosidad popular muy fuerte, y con las mismas cualidades fundamentales de honradez, solidaridad humana y cristiana, pues eso los padres de uno lo inculcaban mucho y desde sus primeros días de vida. Esa es la norma general en aquellas regiones españolas. A los once años yo me fui para el seminario de Zaragoza. Primero estuve en un pueblito que se llama Alcoriza, donde estaba el seminario menor, después pasé al seminario mayor.

Mery, característica santandereana, chucureña, pregunta:



Compañero, ¿Cuáles fueron las primeras inquietudes o los primeros impulsos sociales, políticos, revolucionarios que ustedes como sacerdotes europeos sintieron por los pueblos de América Latina y porqué?

Nuestras inquietudes, junto con Domingo, José Antonio y otros sacerdotes, era cómo ligarnos más a la situación que vivía la gente. Al comienzo tuvimos inquietud por ligarnos al trabajo de los obreros en España. Después ya comenzamos a tener inquietudes de ver cómo vivían los inmigrados españoles en Francia, en Bélgica y muchas otras partes y de ahí salíamos en temporadas largas a trabajar como un emigrado más. Así fue como nos encontramos con los sacerdotes obreros en Francia, y nos vinculamos un poco a toda esa corriente de sacerdotes obreros cuando todavía éramos seminaristas. Entonces pensábamos en nuestra vocación sacerdotal, pero vivida en unas condiciones muy diferentes a las que normalmente se conocía como la vida tradicional de los sacerdotes. Para nosotros lo fundamental era encarnarnos en la población más explotada, por lo que consideramos que lo normal de la vida de nosotros era vivir como cualquier obrero en las condiciones de poder vivir del mismo jornal que se ganaba y compartir con la comunidad, sus mismas condiciones de vida. La misma calidad de habitación, de trabajo, de relaciones.

Y al mismo tiempo considerábamos una aportación a todo este debate de la relación marxismo-cristianismo y de integración de los cristianos a la revolución.

Natalia pregunta: Padre Manuel Pérez: Oí hablar antes de otro sacerdote que fue del ELN y que se llama Diego Cristóbal, ¿El era también español o colombiano?
Diego Cristóbal es otro sacerdote, colombiano, que estuvo vinculado a la guerrilla nuestra y que ya murió. Fue un hombre de una gran personalidad que jugó un papel, un gran papel en la organización. Él se vinculo a la guerrilla, aunque mucho tiempo antes estaba colaborando con la organización. Se vinculo a la guerrilla precisamente en los momentos de mayor crisis. Cuando más dificultades tenía la organización, él da el paso de irse a la guerrilla, vincularse a los frentes y bregar a trabajar mucho para lograr que la organización saliera delante de la crisis en que se encontraba. Él es de la orden franciscana, nación en Antioquia, sino recuerdo mal fue en Itagüí. Él se ordeno de sacerdote y desde antes estaba muy ligado con la pastoral en relación a los pobres. Su vida sacerdotal la realizó en Buenaventura haciendo un trabajo con las negritudes que son gentes muy pobres. Después fue trasladado a Bogotá. Mientras estuvo en su parroquia hacia un trabajo pastoral muy liberador. Precisamente en esa actividad es que él debe pasar a la clandestinidad, tanto por su actitud de compromiso con los pobres, que ya desde ese tiempo empezaba a ser sospechoso para las autoridades civiles y de seguridad de acá en Colombia, como por algunas dificultades que se presentaron en el trabajo desde la clandestinidad, o desde su situación de miembro clandestino de la organización se presentaron. El compañero rápidamente en su vinculación a la guerrilla tiene un gran prestigio porque tanto se logro asimilar y adecuar rápidamente a las condiciones de vida del campo, como al mismo tiempo aportas mucho en la actividad militar y el desarrollo político de masas. Él rápidamente adquiere responsabilidades en el Frente Camilo Torres, que fue donde estuvo, y después paso a nuestra dirección nacional provisional. Siendo miembro de nuestra dirección nacional provisional, es que muere el compañero en un combate en Suratá. Estaba nuestra dirección nacional provisional reunida, cinco en total, siendo atacados por el ejército. O sea el ejército llega a esa finca donde los compañeros estaban reunidos. Entonces el compañero con mucha tranquilidad salió a saludar al primer soldado que venía. Lo saludó y le preguntó qué quiere. Respondió que iba a hacer una requisa, lógicamente porque estaba delatada la casa. Entonces el compañero se lanzó y le arrebató el fusil, y al tratar de disparar, el fusil no tenia munición en el interior de la recámara. Entonces cuando el compañero trató de llevar las balas a la recámara, fue que los otros soldados que venían detrás de éste le dispararon. Así murió el compañero. Nosotros creemos que fue una actitud muy valiente y consecuente, en que a pesar de estar desarmados, el compañero se las ingenió para desarmar al militar.

Jenny insiste sobre el padre Diego Cristóbal: ¿Cuántos compañeros iban en ese momento con el sacerdote?

Iban cuatro no más

¿Los otros no alcanzaron a reaccionar?

Sí, otro compañero que alcanzó a reaccionar también fue dado de baja por el ejército. Y los otros tres fueron detenidos.

El turno para preguntar es para Yaneth: ¿Quién fue en el ELN el padre Aurentino Rueda?

Aurentino Rueda ha sido muy mencionado porque ha adquirido trascendencia también, porque ha tenido responsabilidades en la organización. Y que también era franciscano; el primer franciscano que se vinculo al ELN, es colombiano, que también por su compromiso con los pobres, por su dedicación al trabajo con las comunidades en Bucaramanga, él comenzó cada vez más a adentrarse en ese compromiso de liberación de los pobres. El compañero después de que también tuvo que pasar a la clandestinidad por algunas dificultades que se presentaron en su trabajo, también se vinculo a la guerrilla y también se supo adecuar rápidamente a las condiciones de vida del campo. Eso hizo también que el compañero fuera asumiendo responsabilidades en la guerrilla y en la organización. El compañero venia cumpliendo un trabajo en la guerrilla, y también el compañero se mantiene pues activo. Él está vivo pero hablamos de él por lo que es una persona conocida por el enemigo, y también es un compañero que ha aportado mucho a esta lucha.
Leyla interroga de qué parroquia era el padre Diego Cristóbal…

yo no recuerdo bien de qué parroquia fue en Bogotá, que fue donde trabajó como sacerdote, entre otras ciudades del país. De Aurentino tampoco recuerdo su parroquia en Bucaramanga. Hay muchos otros sacerdotes católicos que colaboran y hasta podría decirse que son del ELN, pero cada uno de ellos en su parroquia, y por eso no es prudente ni conveniente hablar de ellos por ahora.

Mauricio, formula tres preguntas en una “por si no alcanza el tiempo para la segunda vuelta”, dice, y pregunta:

¿En qué circunstancias prácticas, detalladas se vinculan ustedes al ELN? ¿Cuál era el estado de la organización y en qué condiciones la encontraron cuando ustedes llegaron al ELN?

Las circunstancias o decisión de vincularnos al ELN fue a raíz de nuestra expulsión de Cartagena. Nosotros vivíamos en esa ciudad las mismas condiciones de vida y de lucha que vivía toda la gente. Por eso cuando se produce nuestra expulsión, nosotros decidimos nuestra vinculación a la guerrilla como el paso siguiente, como lo haría cualquier pobre (con conciencia claro está) al cual no se le permitiera mas estar legalmente trabajando y luchando. Ahora bien, nosotros no queríamos ser como los sacerdotes españoles que aparecían vinculados a la guerrilla, sino que queríamos ser un grupo en el que fundamentalmente los sacerdotes colombianos, o de origen colombiano, estuvieran encabezando esa decisión, para que no se nos pudiera tachar o tachar a la organización, de estar vinculando extranjeros a su seno, aunque nosotros nos sentíamos en muchos sentidos plenamente colombianos.

De ahí que en ese tiempo hicimos una reunión como con doce sacerdotes que estábamos todos en la misma línea de trabajo. Todos asumíamos la decisión de vinculación a la guerrilla, y que haríamos publica esa decisión, cuando ya estuviéramos en las montañas. Porque sí es importante ver que realmente no era una cosa individual o particular sino que era el compromiso de muchos sacerdotes, que a partir del compromiso que habíamos hecho como grupo de Golconda, veníamos trabajando en una pastoral de liberación y comprendiendo que la salida era el socialismo; que para llegar a esa salida, realmente había que enfrentar, en una forma violenta, las estructuras de opresión que había en Colombia. Por eso cuando ya las puertas se cierran para otro tipo de trabajo, somos un grupo bastante numeroso, la mayoría de los cuales habíamos sido reprimidos ya en nuestro trabajo, como era Vicente Mejía en Medellín, Manuel Álzate en Cali, René García en Bogotá, Roberto Becerra en Bucaramanga, nosotros en Cartagena. Había otros misioneros que estaban por el alto Sinú, otros por los Llanos. Había sido también la participación con monseñor Valencia Cano. O sea, todos del grupo de Golconda, realmente era un grupo sacerdotal bastante numeroso.

Esa decisión la seguimos bastantes compañeros, si bien posteriormente por dificultades muchos de esos compañeros siguieron trabajando pero en una relación más marginal con la guerrilla, pero sí todos dentro de ese gran sentido de liberación popular. Ahí tomamos esa decisión, el grupo de sacerdotes de ingresar a la guerrilla, y en ese momento somos expulsados de Colombia, pero nos mantenemos firmes y consecuentes con esa decisión. Por tanto primero salimos José Antonio y yo expulsados de acá. Incluso nosotros llegamos a España y nos regresamos hasta Curazao, de donde nos echaron, y en donde estábamos esperando a ver si podíamos hacer felación nuevamente con Domingo Laín, y que éste hubiera hecho nuevamente relación con el ELN, para nuestro ingreso directo y clandestino, obviamente, a sus filas.

Pero estando en esa espera somos expulsados de Curazao, llegamos de nuevo a la Republica Dominicana, de allí nos expulsan nuevamente para España encontrándonos otra vez los tres: Domingo, José Antonio y yo. Ahí es donde hacemos ya conexión con voceros del ELN en Europa y venimos clandestinamente para la guerrilla.

Me pregunta usted cómo encontramos la guerrilla a nuestro ingreso. Eso fue un impacto de mucha expectativa, de mucho romanticismo, de la ilusión. Para ese momento se vivía muy intensamente la caída del Che Guevara en Bolivia. Nosotros habíamos leído el Diario del Che en Bolivia, Guerra de Guerrillas del mismo Che, pero en la práctica no sabíamos nada de guerrillas. Lo que habíamos oído de Camilo con esa gran motivación que nos había sorprendido las condiciones de vida del pueblo con el cual vivíamos, y podríamos decir que la única enseñanza de guerrillas que teníamos, era el Che.

Incluso le voy a contar una anécdota muy curiosa. Cuando nos expulsaron de aquí, nos metieron en un barco español, el Zatrustegui. Ahí en el barco la gente nos recibió, todos los tripulantes, claro, con la expectativa de que éramos sacerdotes españoles expulsados de Colombia. Comenzaron a interrogarnos, que cómo vivíamos. Nosotros en medio de nuestra ingenuidad hablábamos sencillamente con quien fuera. Contando nuestra experiencia porque hasta ese momento no teníamos nada qué ocultar, sino nuestra experiencia como sacerdotes españoles en un país latinoamericano. Se nos presentó en ese barco un medico, el médico del barco, diciendo que él era Inti Peredo que iba clandestino para hacer unos contactos internacionales. Nosotros entre crédulos e incrédulos, sin embargo dijimos cosas no muy favorables sobre el régimen español que en ese momento estaba en estado de sitio. Repudiando a Franco, etc. La cosa fue que tan pronto llegamos a España nos detuvo la policía española. Pues el tipo no era ningún Inti Peredo sino un miembro de la policía de seguridad de España. Ese fue un incidente anecdótico motivado por nuestra ingenuidad de entonces.

¿Cómo encontramos la organización?, pues yo digo que dentro de ese romanticismo que teníamos, para que
se haga usted una idea, con ese sueño de sabe cómo el Che, que había sido una persona tan integra, tan dedicada, y sobre todo lo que nosotros más admirábamos: Tan desprendida de su internacionalismo. En ese sentido nosotros decíamos, y un poco nos parecíamos al Che en eso, de que nuestra patria era donde los explotados estuvieran, y ahí nos vinculamos a una vida de ser uno más de los explotados. Por eso era que para nosotros era de gran admiración el Che.

Bueno, lógicamente el contraste de ese sueño, de esa ilusión romántica a la realidad, fue muy duro, porque los hombres que encontramos en la guerrilla del ELN de entonces, no eran esos héroes como el Che, sino hombres comunes y corrientes de carne y hueso, con sus deficiencias en muchos casos, dentro de esa concepción que se tenía en ese momento, en que la subsistencia del guerrillero hacia que a todo el mundo se le probara, muchas veces no con el mejor trato; y más cuando era un hombre que llegaba de la ciudad; tenía que mostrar que, en cierta forma todavía ese machismo estaba vivo en las guerrillas. Entonces nosotros habituados a ese trato de la fraternidad, la relación humana, todas esas actitudes y principios en que nosotros habíamos sido educados, no por ser religiosos sino por nuestro humanismo y porque nuestra religiosidad nos llevaba a que para nosotros lo máximo era el hombre, y en el centro de la vida era el hombre; y por tanto el respeto a la persona humana era lo más importante. Lógicamente hubo cosas que nos sacudieron e impactaron negativamente; nosotros reflexionamos en que esas eran las condiciones de la lucha y de la guerra, y que por lo tanto teníamos que comprender mucho más cómo era esa realidad. De todas maneras nos impactó el heroísmo de aquellos compañeros que conocimos en aquellas condiciones tan difíciles de persecución del ejército, y que aun así mantenían ese espíritu y esa actitud de combate y ese heroísmo y decisión como para dar la vida por el compañero y ante la decisión de cada hombre cuando iba al combate.

La consigna era que ningún compañero que cayera junto a uno, odia quedar en manos del enemigo. O que al enemigo había que recuperarle sus armas. Entonces esa gran decisión y ese coraje se cumplía, se veía en aquellos hombres.

Eran hombres de una gran nobleza y de mucha dedicación a la lucha. Pero dentro de esa concepción, en que ya se hacían notorias las deficiencias de desviación foquista que hemos llamado, había algunas situaciones que se venían ya resaltando. Hacíamos mucha actividad militar; había rasgos de militarismo y autoritarismo, y de mal trato hacia los compañeros, un trato duro, fuerte. Entonces para nuestra sensibilidad de educación, eso era duro. Otras dificultades: pues uno ve que es lo normal en las organizaciones; lo que a nosotros nos impactaba mucho era el manejo y el desarrollo de las contradicciones internas del movimiento, y cómo eso incidía en la vida y en la relación de los hombres. No siempre se manejaban las contradicciones internas bien. Porque una cosa era la discusión y otra muy distinta la fraternidad entre camaradas. Entonces afectaba una cosa a la otra. Ese era un aspecto que a nosotros nos impresionaba. Otro aspecto, como en continuidad, era la dureza de la vida. Nosotros habíamos sido educados en el sacrificio pero era un sacrificio voluntario. Aquí también era voluntario, mas sin embargo, las condiciones duras de la vida, eran independiente de la voluntad o no, sino de unas condiciones de subsistencia muy difíciles. De hambre, de persecución del enemigo. Adecuarse a unas condiciones de vida así, es un proceso.

Lucas, siguiendo la táctica de Mauricio de preguntar doble y hasta triple de una sola vez, pregunta quién era el máximo jefe del ELN cuando a sus filas hicieron ingreso Manuel Pérez y los demás sacerdotes españoles, y cuál era la situación política y militar de la organización cuando ese ingreso se produjo…

Entonces el ELN estaba definido como una organización político-militar con una concepción marxista de la guerra. Planteaba la guerra popular y prolongada, la transformación de las estructuras, o sea que políticamente estaba claro en su objetivo hacia la toma del poder.

Álvaro interrumpe: ¿Todavía tenían la concepción foquista?

Exacto. Tenía el planteamiento foquista de que el foco irrumpía, se reproducía e insurreccionaba a las masas como por inercia. Que era, en síntesis muy apretada como la deviación que se venía produciendo de cómo materializar y aplicar lo que había sido la experiencia cubana. De ahí que la expectativa era que íbamos a crecer y que haciendo combates la gente se iba a vincular porque eso llamaba la atención, la despertaba y la incentivaba. Y que por tanto lo principal era lo militar. Lo demás se daba por su inercia. Y efectivamente incluso la guerrilla a nivel táctico hacia combates de envergadura y con poquitos hombres, con mucho arrojo y mucha valentía. En ese tiempo en que yo me vinculé, se desarrollaron muchos combates, hasta 1972, prácticamente hasta que comenzó Anorí. La guerrilla del ELN era muy combativa y produjo acciones que en ese momento provocaron mucho impacto.

¿Militarmente estaba muy diezmado el ELN cuando usted se vinculó?

No era su mejor momento pero sí venia en proceso de auge y desarrollo. Porque hasta 1973 fue auge y desarrollo del ELN. En el 69 lo que pasa es que para ese tiempo las guerrillas eran muy combativas pero no muy numerosas también. Para ese momento alcanzamos a ser 250 guerrilleros y con esa cantidad de hombres en esos tiempos hicimos muchos combates. Realizamos hasta cuatro tomas de poblaciones con policías al mismo tiempo. Emboscadas. Hacíamos tomas simultáneas, porque un grupito de diez o quince compañeros era capaz de hacer una toma de puesto de policía de ocho o diez policías. Se hacían acciones con mucho arrojo y con mucha audacia. Podríamos decir que esos fueron los mejores momentos del ELN hasta 1973 cuando se produce el golpe de Anorí.

Jorge Enrique, quien no se inscribió porque creía que no tenía nada que preguntar, no se aguantó el impulso de interrogar sobre sus antiguos amigos y compañeros en la Juventud Comunista de Santander, quienes después ingresaron al ELN, siendo fusilados en desarrollo de la lucha interna mal conducida en su seno.

Es cierto, comandante Manuel Pérez, que ustedes han reivindicado la memoria de los compañeros Medina Morón, Heliodoro Ochoa y Julio Cesar Cortés y otros compañeros que fueron fusilados al finalizar los años sesentas?

Sí, nosotros hemos reivindicado la memoria de todos los compañeros que murieron ajusticiados tanto en ese juicio como en otros. No porque consideremos que todo lo que hicieron esos compañeros fuera correcto. Sino porque consideramos que murieron como consecuencia del mal tratamiento, de parte y parte, de contradicciones políticas. O de maneras de resolver militarmente contradicciones políticas; por el mal manejo que de las partes en contradicción se le dio. Y salió vencedor el más fuerte, pero dándole salidas militares a lo que se debía dar salidas políticas. Por eso es que nosotros no consideramos ahí ni vencedor ni vencido, ni excluyentes ni excluidos, sino que consideramos que son compañeros que lucharon honestamente en la revolución, que tuvieron contradicciones políticas de los compañeros que después continuarían también con la lucha, como Fabio Vásquez y otros compañeros pero eso no quiere decir que esos compañeros, por ese hecho no sigan siendo reivindicados como revolucionarios,

Patricia quiere saber: ¿Las relaciones de Vásquez y el ELN como son en este momento?

Nosotros procuramos que sean lo mejor. Sí se relaciona él con compañeros de la organización, y yo personalmente he ido a hablar con Fabio Vásquez. Nicolás Rodríguez también. Porque nosotros en el 75 o 76, cuando se tomó la decisión de cuestionar la primera responsabilidad de Fabio Vásquez, no fue la decisión de excluirlo de la organización, sino de que se analizaran algunos errores en la organización, y lógico había un buen numero de compañeros de responsabilidad; cuando supimos de algunos errores no solamente de consideración política, sino de responsabilidad individual, y como el mayor responsable de la organización en las determinaciones concretas; nosotros consideramos que en esas condiciones el compañero no era el hombre que debía seguir siendo el primer responsable de la organización. Se le cuestionó la responsabilidad pero no la militancia en la organización. Quedaba pendiente tratar en algún evento democrático, el análisis de esas dificultades. Por eso se fue a hablar con el compañero y se le cuestionó. Por esos errores se e informó que quedaba destituido de la primera responsabilidad de la organización, mas no de la militancia. Y que por la situación difícil por la que atravesaba la organización, se planteaba que si era bueno que continuara en el exterior, y que íbamos tratando su situación.

Después de pasar varios años en que la organización va adquirir un desarrollo y condiciones de ir generando un desarrollo del centralismo democrático, de la participación de la democracia del conjunto de la organización en todas las decisiones políticas, y también históricas, nosotros consideramos que ya habían las condiciones para que abordaran estos aspectos, en un clima mucho más sereno y tranquilo. De ahí que fuimos a hablar con él, y a plantearle cómo mirábamos algunos aspectos de la historia, en los cuales él podía sentirse involucrado. Lógicamente no hemos coincidido en muchos de esos aspectos. Nosotros respetamos la opinión del compañero en muchos de esos aspectos, pero consideramos que la organización debe fallar sobre esas responsabilidades históricas. No consideramos que va a fallar sobre las personas en cuanto a someterlas a un juicio, sino a hacer claridad sobre aspectos históricos, como fueron esos juicios. Esto ha hecho que él se considere en algunos aspectos un poco lastimado, o por lo menos con diferencia a lo que valoramos a otros compañeros de la organización. Sin embargo, nosotros creímos que lo mejor era tratar esa situación en un evento democrático, en que una parte de ese evento se lo dedicáramos a esa situación histórica que quedaba con relación a Fabio Vásquez por ser una persona tan importante como nuestro fundador al cual seguimos reivindicando como tal. En ningún momento los errores que haya cometido, nos llevan a no valorarlo como el fundador de nuestra organización. De ahí que entonces lo invitamos al primer congreso de la organización. El compañero no quiso asistir. Adujo algunas razones. Pero nosotros consideramos que no era valido el planteamiento de no asistir, siendo que la dirección lo orientaba como un militante más para asistir a ese evento.

Argenis estaba aun temblando de emoción por el escrito que momentos antes le había entregado en la rancha, al calor de la hoguera y mientras saboreaban el tinto de las siete de la noche, su guerrillero enamorado y que decía:”Para ti, porque eres capaz de transformar la sombra en luz y la tristeza en alegría. Quiero darte hoy, multiplicado por millones, todo el amor con que has iluminado nuestros corazones”. Embriagada por los efectos del amor, Argenis interrogó a Manuel Pérez; ¿Quién remplazó a Fabio Vásquez en la comandancia general del ELN, y cuando llegó usted a ese cargo?

Nicolás Rodríguez Bautista lo remplazó, porque él era el remplazo que Vásquez había dejado. Entonces la organización siguió aceptando al reemplazante en la comandancia que Fabio Vásquez había dejado. Yo para ese momento era segundo responsable de un grupo guerrillero. Al salir Fabio Vásquez y al cuestionarse su responsabilidad, una de las primeras actividades que hizo Nicolás Rodríguez, fue citar a una reunión de los principales cuadros de la organización. De ahí que se considero que los dos primeros responsables de cada grupo guerrillero asistiéramos a esa reunión, y también algunos responsables urbanos. Ahí es donde se realiza, en el 78, la primera reunión de responsables de la organización. Así la llamamos. Ahí es donde supuestamente se nos consideró, al no haber cabeza en la organización sino solamente Nicolás, se nos consideró a los dos primeros responsables de cada frente, como una especie de dirección nacional provisional. Podemos decir que en ese momento es que entro yo a formar parte de la conducción o decisiones de conducción nacional de la organización. Eso fue en 1978

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En próximos dias la parte final...




domingo, 4 de marzo de 2012

Relatos de la Violencia: “Tres Sacerdotes guerrilleros venidos de España: Domingo Laín, José Antonio Jiménez y Manuel Pérez Parte 2”




Sacerdotes guerrilleros (Parte 2 de 4)

Manuel Pérez Martínez, comandante ELN

¿Expulsados de Colombia?

Sí, de Colombia. Primero fuimos expulsados de República Dominicana y después fuimos expulsados de aquí de Colombia. Somos expulsados José Antonio y yo, de República Dominicana, nos venimos a Colombia y nos reunimos con Domingo, y después somos expulsados los tres. Fuimos a España, y al reunirnos los tres, nuestra preocupación principal era cómo regresar a Colombia como uno más de los colombianos pobres, a seguir luchando por reformar las condiciones de vida en que nosotros también vivíamos porque éramos obreros asalariados como cualquiera otro trabajador de acá. De ahí que después de dar algunas vueltas por Europa, logramos contactarnos con el ELN para llegar a la guerrilla.


Milena pregunta sobre el trabajo inicial de los sacerdotes españoles compañeros de Manuel Pérez en Cartagena:

Manuel Pérez Martínez, comandante ELN 
Cuando llegamos a Cartagena, nuestra intención inicial era conocer a la gente. Por eso desde el primer día nos buscamos una casita en los lotecitos que había dentro de la Ciénaga de la Virgen. En la primera visita que hicimos, en el barrio encontramos a algún vecino de ahí que estaba construyendo su casita, y entonces nosotros nos brindamos a ayudarle. Pero era muy extraño que unas personas desconocidas se brindaran a ayudar a una persona. Pero hicimos una relación rápida con él, porque enseguida él nos brindó confianza, y nos pusimos a trabajar. La gente comenzó a curiosear, nos preguntaban quiénes éramos, les dijimos que éramos los nuevos sacerdotes españoles que habíamos llegado a la parroquia, que apenas habíamos dado la primera vuelta para conocer. Ahí mismo se fue acercando la gente y empezamos a charlar, les preguntábamos sobre su situación, nos informaron que no había calles sino puro barro dentro de la Ciénaga de la Virgen. Les dijimos que según ellos que podíamos hacer nosotros. La gente nos respondía que tal vez hablar con las autoridades ya que a ellos no les prestaban atención. Nosotros les planteamos que entre todos podíamos hacer algo. Ahí mismo se acordó que nos reuniríamos el sábado en la tarde, y que alguien que pudiera conseguir una volqueta para mover y trasladar tierra. Que había que conseguir tierra y comenzar a tapar ciénaga y a ir diseñando calles. Esa fue la primera forma de organizarnos con la gente en forma espontánea, pero eso hizo que después de ese primer sábado, las otras calles nos pidieran que nos reuniéramos también para hacer lo mismo. Así fueron comenzando a organizarse las calles.

Después se vio que era necesario conseguir plata para permanentemente tener volquetas. De ahí surgió una cosa muy bonita que fueron los clubes sociales de jóvenes, que hacían sus fiestecitas para conseguir el dinero para conseguir varias volquetas alquiladas. Al mismo tiempo se fue conformando la organización de los jóvenes a través de esos clubes sociales.

Camilo Torres Restrepo
Ya vino otro tipo de problemas que se nos fueron expresando, como los problemas de salud. Organizamos clubes de jóvenes; yo recuerdo muy bien que un día nos dijeron que un joven estaba muy grave. Ya nosotros lo conocíamos y fuimos a visitarlo. Les preguntamos a los familiares si ya lo habían llevado al hospital y nos respondieron: No, padre, no tenemos dinero y allá hay que pagar. Nosotros entonces nos fuimos con el muchacho enfermo. Y en el hospital, por pura desidia, no lo atendieron. Pasaban los médicos, el uno decía que ya salía de turno, etc., hasta que el joven murió ahí estando en manos de nosotros. Después vino el problema del entierro; la familia obviamente no tenía dinero. Nos preguntaron cuánto valía eso, les dijimos que no valía nada y que le íbamos a hacer el entierro como se le hacía al más rico de Cartagena.

Domingo Laín Sáenz
Nos fuimos a invitar a los jóvenes de otros barrios a que acompañaran a ese joven que había muerto asesinado por la injusticia en atención de salud. Por la culpa del gobierno y la desidia de la administración del hospital. El entierro de ese joven se constituyo en una manifestación por las principales calles de Cartagena. Eso iba creando ya dificultades con el gobierno pero al mismo tiempo mucho dese de organización en la gente. Comenzamos a hacer jornadas de estudio, de reflexión y muchas otras actividades. Podríamos decir que el último hecho que se produjo fue el intento por parte del ejército y la policía, por orientación de la autoridad civil, de destruir el barrio de San José, que queda muy cerca al aeropuerto. Para ese momento ya nosotros teníamos relación con todos los barrios de la ciudad. Nosotros fuimos convocando no solamente al barrio de nosotros cuando supimos que iban a cometer esa injusticia de destruir el San José, sino que invitamos a todos los otros barrios con los cuales teníamos ya relación, a que acompañáramos a los habitantes del San José. Porque cuando ocurriera en otros barrios, también otros barrios los acompañarían. Se gestó una gran movilización de solidaridad con el barrio San José y sus pobladores, porque ya habían tumbado algunas casas con buldócer y acompañados por militares.
Nosotros acompañamos la manifestación pero con nuestras sotanas. Considerábamos que ahí era una forma y oportunidad de decir la misa, de celebrar el amor y la solidaridad con los pobres. Eso evitó que hubiera muertos en la manifestación, pues el ejército y la policía, si bien aporrearon un poco a la población, no había tanta decisión de matar. Desembocamos en la plaza de Cartagena, y la gente exigió que hubiera un cabildo abierto para tratar el problema. Que la población tuviera la oportunidad de discutir con las autoridades el problema del barrio San José. Ahí todos los políticos sí salieron a decir que eso era un error, que iban a modificar, que no iban a tumbar el barrio. Pero a partir de ese hecho es nos detienen a nosotros.



Manuel Pérez Martínez, comandante ELN
Como la detención fue burda, porque llegaron de día y haciendo alarde de poderío, las gentes de los barrios se organizaron para ir a liberarnos a nosotros. Entonces las autoridades nos manifestaron que nos iban a poner en libertar, pero que seríamos expulsados del país. Así fue como se produjo la expulsión mía y la de José Antonio. A Domingo le dijeron que no podían expulsar porque sus papeles estaban en regla, mientras que nosotros solo teníamos permiso de tiempo, porque llevábamos poco tiempo en Colombia. La expulsión de Domingo se demoró un poco, pero de todas maneras lo expulsaron. En ese lapso en que nos comunicaron de la expulsión hasta que la realizaron, nos ofrecieron muchas formas de corrupción, que si convencíamos a la gente sobre las bondades del sistema, no nos expulsaban, que tendríamos lo que necesitáramos en las parroquias; que si queríamos trabajar como obreros tendríamos ese empleo si maltratarnos. Tantas cosas nos ofrecieron los potentados y las autoridades de Cartagena y Colombia. Esa demostración de corrupción nos impresionaba mucho más. De cómo se trataba de comprar y corromper la conciencia de los líderes populares para ponerlos en contra de su pueblo y a favor de los enemigos de éste.



Tomado de "Crucifijos- sotanas y fusiles".

Continua en unos días...


Otras Publicaciones:

Relatos de la Violencia: “Tres Sacerdotes guerrilleros venidos de España:  Domingo Laín, José Antonio Jiménez y Manuel Pérez” Parte 1


http://movimientojaimebatemancayon.blogspot.com/2012/01/relatos-de-la-violencia-tres-sacerdotes.html

Jaime Bateman Parte 1 "A Gaitán lo asesinó la oligarquía"




domingo, 29 de enero de 2012

Relatos de la Violencia: “Tres Sacerdotes guerrilleros venidos de España: Domingo Laín, José Antonio Jiménez y Manuel Pérez”

Manuel Pérez Martínez
 Sacerdotes guerrilleros (Parte 1 de 4)

Llegó el gran momento; el momento esperado por todos aquí en los campamentos centrales de las FARC; el momento esperado por el país político, por el país militar y por el país periodístico; estamos a finales de septiembre de 1990, y hoy se dan a conocer las conclusiones de la primera cumbre de comandantes de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que deliberó durante varias semanas.

Nuevamente la sala de actos especiales del campamento de Alfonso Cano está repleta de gente, todos guerrilleros con uniformes y botas limpias; con sus armas recién aceitadas y con munición abundante; las camarógrafas y fotógrafas adjuntas al secretariado están en plena ebullición, activas, hacen sus filmaciones que posteriormente se verán fugazmente  en los noticieros de televisión y en las páginas de los periódicos.
En el estrado toman asiento Manuel Marulanda, Manuel Pérez, Raúl Reyes, Timoleón Jiménez y algunos comandantes de frentes; Cano da lectura al primer documento el cual contiene la nueva propuesta de paz para el gobierno, y se insiste en la necesidad del diálogo como una vía para llegar a esa paz; la lectura de documentos sigue sucesivamente en la boca de Marulanda y Pérez; las voces retumban entre la selva y ahogan el ininterrumpido rumor del río, pues los guerrilleros que tienen a su cargo el mantenimiento de los equipos de sonido y amplificación, los han preparado especialmente para esta ocasión; hoy hay autorización para que todo el mundo que quiera grabar, filmar o fotografiar, lo haga sin impedimento o limitación alguna.
Domingo Laín Sanz
Héctor, el simpático y agradable guerrillero de la UC-ELN, relata ante la audiencia guerrillera sus últimos chistes antes que comience el nuevo bombardeo de preguntas a su jefe, Manuel Pérez, en lo que será su última conferencia aquí. “Ojalá no se vaya a apagar el motor que genera la corriente eléctrica aquí, y se dañe el acto, porque de pronto los compañeros dicen que fuimos los de la UC-ELN que volamos el motor o la torre”, dice ante la audiencia guerrillera, parodiando las informaciones o desinformaciones de la prensa sobre la voladura de oleoductos por parte de ese movimiento insurgente.

Llegado a su final el acto informativo sobre la cumbre, de nuevo el sacerdote Manuel Pérez se enfrenta a todo un batallón de combatientes que disparan, esta vez no con sus fusiles, sino con sus preguntas e inquietudes intelectuales, políticas, históricas, sociales, revolucionarias.

El turno es para Alberto:

-¿Quiénes han sido los sacerdotes católicos que han estado vinculados al ELN y cuales son sus rasgos biográficos generales?

- El primero y más importante fue el padre Camilo Torres, el segundo fue Domingo Laín y José Antonio Jiménez. Ellos eran dos sacerdotes de mi promoción que hacían equipo conmigo y que juntos vinimos a América y a Colombia, y nos vinculamos juntos también al Ejército de Liberación Nacional en aquel tiempo.
Domingo Laín nació en un pueblito de Zaragoza, en la región de Aragón. El pueblito se llama Panissa; de una familia muy pobre, campesina. A la edad de diez años marchó al seminario porque su familia era muy católica, muy trabajadora, profundamente honrada. Y por lo católica le inculcó desde niño tanto la religiosidad como la honradez y la compenetración y confraternidad con todos aquellos también pobres que eran sus hermanos. Yo creo que esas virtudes muy cultivadas desde niño, fueron las que le hicieron ir viviendo su vida de preparación al sacerdocio, pero al mismo tiempo su ligazón desde esa misma niñez, a los pobres, y al mismo tiempo de rechazo a la injusticia.
Domingo, después de que vivió varios años en el seminario de Zaragoza, él, en sus deseos de convivir siempre con los más pobres, fue a estudiar a Bélgica con los padres blancos, con la idea de ir, en principio, a África. Pero hubo una dificultad que tuvo para realizar ese sueño, es que los padres blancos vivían muy alejados de la realidad de los pobres, y rechazando de plano el que hubiera que luchar contra la injusticia. Eso hizo que Laín se saliera de ese seminario y se vinculara al grupo de sacerdotes que veníamos para América Latina.

Domingo Laín, José Antonio Jiménez y Manuel Pérez
Domingo Laín viene desde el primer momento a Colombia. Él estuvo como sacerdote en los barrios Meisen y Tunjuelito, dos barrios del sur de Bogotá, muy  pobres, y dentro de las condiciones características en que nosotros nos habíamos formado. Él vivía en su barrio, y al mismo tiempo  que cumplía todos los oficios de sacerdote con la comunidad, trabajaba como obrero para ganar el sustento de su vida. Eso hizo que fuera aprovechando una serie de condiciones en el acompañamiento a la gente de sus barrios, y que hubiera una serie de movilizaciones y de protestas en las cuales Domingo estaba presente. Al mismo tiempo era muy claro en la explicación de la palabra del Evangelio a su comunidad. De por qué la pobreza que ellos vivían no era porque Dios quería, sino por la injusticia social a que eran sometidos por la explotación de los ricos. Eso, lógicamente, trajo problemas con las comunidades eclesiásticas de Bogotá, las cuales le pidieron que mejor saliera de la Diócesis. En esa realidad nos reunimos Domingo, José Antonio y yo en la República Dominicana, para analizar qué hacer ante esa expulsión que le habían hecho las autoridades eclesiásticas a Domingo, cuando la ilusión de todos nosotros era venirnos para Colombia.
 

Afortunadamente estaba monseñor Isaza, que era arzobispo de Cartagena, quien estaba dispuesto a recibirnos, y habiendo hablado con él, decía que aunque fuera en los barrios más pobres. Y él decía que eran precisamente los barrios donde casi ningún sacerdote quería ir. Para nosotros era muy bueno que eso fuera así. De ahí que nos viniéramos juntos a Cartagena. Después de casi un año en Cartagena, ya en la vida de los tres es que somos expulsados. El último en ser expulsado por su actividad en el barrio fue precisamente Domingo (Laín). Él fue expulsado por su actividad en el barrio, pero finalmente por unas conferencias que pronunció durante la celebración de la Semana Santa en Bogotá. Después de que habíamos sido expulsados de Cartagena, él se fue a Bogotá y celebró una Semana Santa en la Universidad Nacional. Ese fue el último acto legal de su sacerdocio que realizó en Colombia. De ahí de la Universidad Nacional fue trasladado al aeropuerto y, expulsado, ahí sí, por las autoridades civiles.

Tomado de "Crucifijos- sotanas y fusiles".

Continua en unos días...




sábado, 28 de enero de 2012

UPTC: Unidad y comBATE-MAN

El Movimiento Jaime Bateman Cayón,  le informa a la Comunidad Upetecista y al país:

1. Nos sumamos al rechazo del pueblo Boyacense y del pueblo colombiano en general por la venta de la Empresa de Energía de Boyacá, EBSA, a la compañía transnacional canadiense BCIF Holding Colombia S.A.S.

2. Condenamos la manera solapada y traicionera como el ex gobernador del departamento de Boyacá, José Rozo Millán (miembro del Neoliberal Partido Verde), entregó el 29 de diciembre de 2011 la EBSA, a espaldas de los trabajadores y del pueblo boyacense. Cabe a la perfección aquella frase del caudillo del pueblo Jorge Eliécer Gaitán: "Dolorosamente sabemos que en este país el gobierno tiene la metralla homicida para los hijos de la patria y la temblorosa rodilla en tierra ante el oro yanqui"… en este caso, el oro es canadiense.

3. Causa verdadera curiosidad y asombro, que el gobierno colombiano esté impulsando la candidatura del vicepresidente de la República, el “señor” Angelino Garzón ante la Organización Internacional del Trabajo, OIT, y que el 60 % de los trabajadores de la EBSA vayan a quedar desempleados. ¡Vaya carta de presentación!

4. Exigimos, como lo hicimos en oportunidades anteriores de la manera más cordial, que el Rector Gustavo Álvarez, junto con el Consejo Superior y Académico, tomen en cuenta la voz de los elementos constitutivos de nuestra alma mater para la toma de decisiones de todo orden.

5. Somos conscientes de la importancia de las movilizaciones estudiantiles, amplias y argumentadas pero sobretodo beligerantes; porque se sigue demostrando, que aunque la sociedad ponga en alto su voz de protesta, si ésta no va acompañada de la fuerza, no se le escucha. Hacemos nuestras las palabras del compañero Andrés Almarales: “Lo que pasa, es que hasta lo simplemente legal, tenemos que conseguirlo con las armas en la mano”.

6. Reiteramos nuestro compromiso con la Educación Pública; estamos tomando el lugar que nos corresponde a los jóvenes: AL FRENTE Y COMBATIENDO. No seremos nosotros, la generación que vive, mientras la educación pública muere.

7. Nos solidarizamos con los miles de colombianos que han sido desalojados de sus casas por el Escuadrón Móvil Antidisturbios, ESMAD. Se demuestra, una vez más, que la fuerza pública en Colombia sólo defiende a los poderosos. Por todo lo anterior, convocamos a la comunidad upetecista en general, a sumarse a esta jornada de desobediencia consciente.

Los invitamos al Tropel, al comBATE-MAN, porque “cuando la marcha se pone dura, los duros se ponen en marcha”.


Nota:
1. Denunciamos la infiltración de grupos de policías encapuchados de la SIJÍN que atentaban contra las instalaciones de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, lanzando piedras y destruyendo los laboratorios de nuestra Álma Mater.

2. La violación descarada de los Derechos Humanos contra los estudiantes. La policía Nacional utiliza armas no convencionales, recalzadas, tuercas, puntillas, tornillos, cuchillas, para herir de muerte a quien esté protestando.



lunes, 16 de enero de 2012

Relatos de la Violencia: Jaime Bateman Parte 3 Final

Jaime Bateman Cayón (Parte 3 de 3 Final)

"Recuerdo cuando mataron a Camilo..."


Vivía en una pensión situada en la calle veintisiete con carrera veintiseis, junto con mi hermana y Carlos Romero, entonces su marido, quien era dirigente de la Juventud Comunista. Hoy es vicepresidente del Concejo de Bogotá y miembro del P.C. (Partido Comunista). Me dediqué de lleno a la política. Ingresé a la JUCO en 1960 y le hice campaña a Alfonso López Michelsen. Tal vez él no me recuerde. Pero nos veíamos en las comidas, en las manifestaciones. Yo era de los que hablaba primero para atraer a la gente. Esa es la mecánica. Adelante mandan a unos tipos a que reúnan a la población. Luego llega el jefe y habla. Eché discursos en favor de López en muchos lugares: Ciénaga, Fundación, Aracataca... 

Tal vez fue allá donde se retiró del teatro, enfurecido, porque los comunistas habían hegemonizado la manifestación. Yo tenía un taller de screen con algunos compañeros. Quizás López no recuerde que contrató con nosotros la hechura, a mano de cien mil afiches. El me entregó el dinero... En los barrios de Bogotá también le hice campaña. Fueron muchos los sitios a donde lo acompañé. Pero él iba con su comitiva, en sus aviones, en sus carros y a nosotros nos tocaba comer carretera con el proletariado. Hacíamos manifestaciones inmensas en la Plaza de Bolívar. Generalmente yo estaba en la tribuna, a su lado. Pero ahí ya eran otros los que echaban los discursos. Villar Borda “El Conde”... ¡Cómo se llama ese tipo, hombre! “El Conde”, ése todo señorial, ése que hacía parte de la Dirección Liberal. Ese a quien acusaban de ser oligarca y que dijo una vez: “¡Más vale un oligarca al servicio de los pobres, que un pobre al servicio de los ricos!” 

Recuerdo también a la ex ministra de Trabajo, María Elena de Crovo. Me acuerdo de ella, la que soltó tantas lágrimas de cocodrilo cuando el entierro de José Raquel Mercado. De ella, la que bailaba tanto conmigo en las fiestas de la JUCO. 

Esa época era distinta a la de ahora. Acababa de triunfar la Revolución Cubana. Había más mística... Yo estuve preso cuando la CIA condujo la invasión a Playa Girón. Hicimos una manifestación monstruosa, de protesta, frente a la Embajada norteamericana. Nos allanaron la casa y me detuvieron. Permanecí unos días en unos calabozos que quedaban en la calle doce con la carrera cuarta. Entonces demandé al juez por daños y perjuicios. El se enfureció. 

Los pájaros disparándoles a las escopetas! —gritaba—. Era el juez veintitrés, recuerdo. Fue tal la rabia que le produjo mi demanda que me tuvo preso un tiempo más. Injustamente detenido por el sistema, ¿cierto? 

Con el fundador del Ejército Popular de Liberación, Pedro Vásquez, muerto en combate hace algunos años, formamos el grupo de choque de la JUCO. Les dábamos duro a los que, de noche, ponían avisos contra la Revolución Cubana. ¡Los cogíamos a cadenazos! Una vez, un miembro del Comité Central, borracho, comenzó a formar problema en una reunión. Le dimos con la cadena, obvio. Ya principiábamos a crearle dificultades al Partido. 

Jaime Bateman en la URSS
La JUCO me envió, entonces, a la Unión Soviética. Allá hice un curso de ciencias políticas. Yo me había inscrito en la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional en Bogotá. Pero me la pasaba haciendo política. Si quedaba algún tiempo libre iba al Café Lutecia a tomar tinto y a jugar ajedrez. Jamás estudiaba. Pero leía mucho. Sólo lo que interesaba, obvio: Jorge Amado, Luis Carlos Prestes, Máximo Gorki.... En la Unión Soviética sí me tocó estudiar. Tuve que leer todas las obras de Lenin, muchas de Marx (El Capital, apenas mordisqueadito), algunas de Hegel, de cuanta mierda... Cuando terminé el curso ingresé al hospital ¡Eso fue un lío! Como yo era tan flaco, prácticamente no había lugar de donde me pudieran sacar la carne que necesitaba para hacerme los injertos en la pierna. ¡Esa maldita pierna! me molesta desde que tengo once años. Me la fracturé y el médico en Barranquilla, de bruto, me puso el yeso directamente sobre la herida. La pierna se iba gangrenando. Casi tienen que cortármela. En el hospital permanecí ocho meses. Estaba en un pabellón donde había muchos marineros. Con ellos aprendí a hablar ruso como chocoano. En Moscú había también varios brasileros. Me enseñaron a bailar zamba y a putear en portugués. ¡Hasta era divertido! Pero me aburrí en la Unión Soviética y regresé en 1962. Quizás fue en 1963. No estoy seguro. Claro que a mí no me gusta mencionar que estuve allá porque eso desprestigia. En serio. No se ría. ¡Desprestigia berracamente! 

Camilo Torres Restrepo en la Universidad Nacional
Llegué a Bogotá en la época de Camilo Torres. Viví intensamente ese período de su movimiento estudiantil. Yo era el responsable de la JUCO en Bogotá y, como tal, participaba en el movimiento. Conocí a toda la gente de la Federación de Universidades. En esa época el presidente de la FUN (Federación Universitaria Nacional) era Julio César Cortés. Primero lo sucedió Armando Correa, quien murió en el Ejército de Liberación Nacional y, luego, Jorge Posada. Yo no estuve tan cerca de Camilo como Julio César Cortés o Jaime Arenas. Pero sí lo conocí mucho. Lo defendía. A mí me hirieron durante una manifestación que hizo Camilo en Bogotá. Un tipo quería acercársele y me dio un golpe que me partió la mano. Había mucha pugna entre los distintos grupos por estar a su lado. Todo el mundo lo rodeaba. 

Pintura de Camilo Torres Restrepo
Pero recuerdo la primera reunión que él cito para hacer un llamamiento popular. López Michelsen, María Elena de Crovo, María Arango, muchos estábamos presentes. Camilo comenzó a hablar y todos se fueron retirando. Nos quedamos solos, con él, María Arango y yo. Le aconsejamos que hiciera algo más premeditado, más serio, menos infantil que lo que entonces decía: ¡era algo así como hacer una manifestación en la plaza de Bolívar y luego tomarse el poder! Pero después empezó su actividad en la Universidad, mucho más vigorosa. Comenzó a enfrentarse a la multitud, y la gente empezó a participar. 

Camilo en la guerrilla
Camilo hablaba sin tapujos, con sinceridad, sin pendejadas, con sencillez... Su discurso era muy elemental. La gente lo entendía. Además, era de una gran amplitud. Para nosotros, ésa fue la más importante de sus enseñanzas: ésa, la de que en este país la revolución tiene que ser popular; ésa, la de que hay que hacerla con todo el mundo, sin discriminaciones. El planteamiento de Camilo no era socialista, tampoco era comunista. Era popular, democrático, antioligárquico, antiimperialista... Y el Ejército de Liberación Nacional, en esa época, representaba mucho esa corriente. (Fue posteriormente, cuando el ELN estaba ya muy golpeado, que se radicalizó). Esa discusión, la de si Camilo ha debido irse a o no a la guerrilla, ¡es tontería! Todo es tan relativo... Seguro no escogió bien el momento... Ellos habían llegado a una conclusión falsa: la de que ya se les había cerrado el camino de la legalidad. Y, realmente, lo que nosotros veíamos era que a las manifestaciones de Camilo salía mucho la gente. ¡Claro que siempre había problemas con la policía! Pero se estaban haciendo movilizaciones de masas... 

Recuerdo cuando mataron a Camilo. Meses antes, yo iba a reemplazar a Manuel Cepeda en la Secretaría General de la JUCO. Pero fue Carlos Romero quien lo sustituyó. A mí, el monte me llamó más la atención. Me fui para la guerrilla. Ingresé a las FARC. 

Recuerdo cuando mataron a Camilo... 

Su muerte me produjo ira y tristeza. Sí, mucha tristeza... Quizás en mi vida nunca he estado tan triste como cuando murió Camilo. No acostumbro llorar. No me gusta... Jamás lloro. Pero sí, cuando mataron a Camilo, tal vez lloré... No sé, no me acuerdo bien... Era el estado del llanto en todo caso... 

Recuerdo cuando mataron a Camilo...

Con su muerte, como con la de Gaitán, el país sufrió otra enorme frustración... Con su muerte, como con la de Gaitán, al pueblo se le cerró otra puerta... Con su muerte, como con la de Gaitán, a los pobres se les esfumó otra esperanza... 

Recuerdo cuando mataron a Camilo...

 


Tomado de "Siembra Vientos y Recogerás Tempestades" de Patricia Lara.

Otras Publicaciones:


Jaime Bateman Parte 1 "A Gaitán lo asesinó la oligarquía"


Jaime Bateman parte 2 "Nos enfrentamos a la dictadura"

domingo, 15 de enero de 2012

Relatos de la Violencia: Jaime Bateman Parte 2 : Yo era muy necio

Jaime Bateman Cayón (Parte 2 de 3)

"Nos enfrentamos a la Dictadura"



Jaime Bateman (Silla) en su primera Comunión
Recuerdo la época de Rojas Pinilla. En 1953, cuando tomó el poder, yo tenía trece años. Mi familia era liberal. Como había caído el presidente conservador Laureano Gómez, mis padres estaban felices. También yo, obvio. Entonces, no teníamos comodidades especiales. Nunca las tuvimos. Pero vivíamos bien. Nuestra casa quedaba en la Calle del Río. Su fachada era blanca. Su dueña había resuelto pintarla por dentro de verde aguamarina. Mi cuarto quedaba más allá del patio, tras los árboles, junto a la cocina. Detrás de la paredilla blanca vivía Salvadorcito. Joaquín Bohórquez, el viceministro de Hacienda del gobierno de López, vivía del otro lado. Cerca quedaba el Gimnasio Santa Marta. El samario de la televisión, Franky Linero, estudiaba conmigo. El banquero internacional, José Ochoa, también fue compañero mío. Me acuerdo de él porque hablaba muy bien inglés, era muy bueno para las matemáticas y jamás iba a comer burra con nosotros. ¡Es que... no parecía costeño! 

A mí me marcó el viejo Núñez, rector del Gimnasio Santa Marta, hecho a imagen y semejanza del Gimnasio Moderno. Dos veces me expulsó por echar en el suelo desbarata baile, esa hoja jugosa que despide un olor espantoso cuando uno la pisa. ¡Yo era muy necio! Hacía avioncitos de papel y los echaba a volar en plena clase. Era inquieto. No estudiaba. Pero me iba bien. Mi mamá decía que el viejo Núñez se condolía de ella porque vendía quesos, leche, de cuanta mierda, para costear la educación de sus hijos. El sueldo que ganaba mi papá no nos alcanzaba. Por eso, decía mi mamá, al viejo Núñez le daba lástima y me volvía a recibir luego de que me botaba. 

Jaime Bateman y su "bendita pierna"
Yo era tesorero de la Legión de María. Un día la jefa se fue y nos bebimos la plata de la Legión. Tomábamos mucho ron caña, el más barato. ¡En Santa Marta, alguien tiene que acordarse de mí en las parrandas! Me decían El Fundidor. Sacaba a bailar a las peladas y solamente las soltaba cuando se fundían de cansancio. En los carnavales tocaba tambor. Lo hacía para conseguir trago más que todo. Las parrandas, sabrosas, las cumbiambas... Yo participa en las cumbiambas tocando la hembra, el tambor que llama. Otro tocaba el macho, otro la rasca, otra la tambora, especie de bombo. Otro el guache, ese tarro de aluminio que tiene pepitas adentro. Y así recorríamos las calles disfrazados, cubiertos por los capuchones, tocando tambor, cantando, bailando, bebiendo ron. ¡Y se formaban las peleas! Siempre he sido violento cuando me emborracho, peligroso. Por lo general, las fiestas acababan en puños. Los bailes, sabrosos, los boleros... Era la época de Daniel Santos, de Beny Moré, del Casino de la Playa, de Alberto Beltrán, de Pacho Galán, de Bienveni¬do Granda... Me encantaba bailar. Me fascina. Salsa es lo que mejor bailo. Yo iba mucho a esos bares de la Costa en donde los hombres, solos, bailan la charanga. Y tiraba mucho paso. ¡Sí, bastante! Cuando no bailábamos íbamos a los billares Panamericana. Quedaban en la Calle San Vicente del Cangrejal. Todavía existen. Me encantaba el billar. Me fascina. Me gusta tanto como la pachanga y tanto como el mar. En el mar me la pasaba... Del colegio nos escapábamos para ir a bañarnos desnudos en la bahía. Era buen nadador. Fui campeón de natación. Campeón en todos los estilos. Sólo perdí una competen¬cia. ¡Era que ese día estaba enguayabado! 
Pues sí, yo vivía en el mar... Buceaba moneditas que los gringos me tiraban desde el muelle. Recorríamos la bahía en cayucos. Se los alquilábamos a un viejo pescador que habitaba en el barrio Ancón. Felicidad, le decíamos. Siempre estaba alegre... Ese barrio de pescadores no existe ya. En su lugar está ahora el Puerto. Dos pesos con cincuenta valía el alquiler del cayuco: de ocho de la mañana a tres de la tarde. Ibamos al Morro o a Taganga. Siempre quería llegar lejos. Pero mi amigo le temía al mar. Y eso me daba mucha rabia. Entonces, meneaba el cayuco hasta que se mareaba y lo ponía a llorar. Y lo hacía pedir perdón. Sólo así regresábamos. ¡Pobre! Siempre llegábamos un poco antes que el atardecer. 

Por las noches, íbamos al Bar Avenida. Recuerdo sus paredes amarillentas, sus mesas con manteles a cuadros rojos, su piano... La música salía del traganíquel, generalmente. A veces tocaba alguna orquesta. Bebíamos lo que pudiéramos pagar: Nevada, Anís Río de Oro o Ron Caña. Nos servían las meseras... Cuando teníamos plata, nos las llevábamos para cualquier pensión de mala muerte. A veces, dormíamos en el Hotel San Carlos. Era de madera. Afuera tronaba el ferrocarril. La noche valía cinco barras. Las meseras cobraban cincuenta por una noche entera y veinte por un ratico. Rara vez teníamos dinero. Entonces se formaban las peleas. Y todo terminaba en trompadas. 

Ya en esa época me habían expulsado definitivamente del Gimnasio Santa Marta. Me botó el cura que enseñaba Historia Sagrada. Se enfureció un día que le dije que por qué no nos contaba otro cuento... Poco fue lo que aprendí en ese colegio: ortografía, lectura y redacción. No más. Luego fui redoblante en la banda de guerra del Liceo Celedón. El ambiente del Liceo era muy popular. ¡Fue ahí donde se crearon los elementos de una rebeldía muy berraca! 

Nos enfrentamos a la dictadura. Cursaba cuarto o quinto de bachillerato. En esos días, mayo de 1957, cuando cayó Rojas Pinilla, tenía diecisiete años. Yo participé intensamente en la lucha contra Rojas. Encabezaba las manifestaciones. Tiraba piedra. Me mezclaba con la gente. Echaba discursos. Agitaba. Así hice mis primeros trotes en la rebeldía. Empecé mi vida política luchando al lado de la burguesía. Nuestra consigna era muy burguesa: “¡Lleras, Lleras, libertad, libertad!”. Eso era lo que gritábamos. ¡Pero con Lleras, de 1957 en adelante, no pasó un carajo! Entonces le dimos la espalda a la burguesía. Eramos varios. Me acuerdo de Félix Vega y de Pedro Bonnet, hoy brazo derecho de uno de los principales oligarcas colombianos, Julio Mario Santodomingo. 

Del Liceo Celedón me expulsaron también por revoltoso. Hacía huelgas. Protestaba contra los profesores injustos... Una vez arrastramos a un profesor en calzoncillos por todo el colegio. Nos había puesto cero a todos. Y eso era injusto. Cuando terminé quinto, el rector del Liceo, Alfredo Almenares, me botó por ser el abandera¬do de las manifestaciones contra el profesor Montero, un tipo a quien debíamos aguantarnos a pesar de que el estudiantado no lo quería. Entonces, vine a Bogotá a cursar sexto de bachillerato. Me matriculé en el Colegio Interamericano.

En Bogotá...

(Continúa en unos días...)