Movimiento Jaime Bateman Cayon: Relatos de la Violencia: Jaime Bateman Parte 3 Final

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lunes, 16 de enero de 2012

Relatos de la Violencia: Jaime Bateman Parte 3 Final

Jaime Bateman Cayón (Parte 3 de 3 Final)

"Recuerdo cuando mataron a Camilo..."


Vivía en una pensión situada en la calle veintisiete con carrera veintiseis, junto con mi hermana y Carlos Romero, entonces su marido, quien era dirigente de la Juventud Comunista. Hoy es vicepresidente del Concejo de Bogotá y miembro del P.C. (Partido Comunista). Me dediqué de lleno a la política. Ingresé a la JUCO en 1960 y le hice campaña a Alfonso López Michelsen. Tal vez él no me recuerde. Pero nos veíamos en las comidas, en las manifestaciones. Yo era de los que hablaba primero para atraer a la gente. Esa es la mecánica. Adelante mandan a unos tipos a que reúnan a la población. Luego llega el jefe y habla. Eché discursos en favor de López en muchos lugares: Ciénaga, Fundación, Aracataca... 

Tal vez fue allá donde se retiró del teatro, enfurecido, porque los comunistas habían hegemonizado la manifestación. Yo tenía un taller de screen con algunos compañeros. Quizás López no recuerde que contrató con nosotros la hechura, a mano de cien mil afiches. El me entregó el dinero... En los barrios de Bogotá también le hice campaña. Fueron muchos los sitios a donde lo acompañé. Pero él iba con su comitiva, en sus aviones, en sus carros y a nosotros nos tocaba comer carretera con el proletariado. Hacíamos manifestaciones inmensas en la Plaza de Bolívar. Generalmente yo estaba en la tribuna, a su lado. Pero ahí ya eran otros los que echaban los discursos. Villar Borda “El Conde”... ¡Cómo se llama ese tipo, hombre! “El Conde”, ése todo señorial, ése que hacía parte de la Dirección Liberal. Ese a quien acusaban de ser oligarca y que dijo una vez: “¡Más vale un oligarca al servicio de los pobres, que un pobre al servicio de los ricos!” 

Recuerdo también a la ex ministra de Trabajo, María Elena de Crovo. Me acuerdo de ella, la que soltó tantas lágrimas de cocodrilo cuando el entierro de José Raquel Mercado. De ella, la que bailaba tanto conmigo en las fiestas de la JUCO. 

Esa época era distinta a la de ahora. Acababa de triunfar la Revolución Cubana. Había más mística... Yo estuve preso cuando la CIA condujo la invasión a Playa Girón. Hicimos una manifestación monstruosa, de protesta, frente a la Embajada norteamericana. Nos allanaron la casa y me detuvieron. Permanecí unos días en unos calabozos que quedaban en la calle doce con la carrera cuarta. Entonces demandé al juez por daños y perjuicios. El se enfureció. 

Los pájaros disparándoles a las escopetas! —gritaba—. Era el juez veintitrés, recuerdo. Fue tal la rabia que le produjo mi demanda que me tuvo preso un tiempo más. Injustamente detenido por el sistema, ¿cierto? 

Con el fundador del Ejército Popular de Liberación, Pedro Vásquez, muerto en combate hace algunos años, formamos el grupo de choque de la JUCO. Les dábamos duro a los que, de noche, ponían avisos contra la Revolución Cubana. ¡Los cogíamos a cadenazos! Una vez, un miembro del Comité Central, borracho, comenzó a formar problema en una reunión. Le dimos con la cadena, obvio. Ya principiábamos a crearle dificultades al Partido. 

Jaime Bateman en la URSS
La JUCO me envió, entonces, a la Unión Soviética. Allá hice un curso de ciencias políticas. Yo me había inscrito en la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional en Bogotá. Pero me la pasaba haciendo política. Si quedaba algún tiempo libre iba al Café Lutecia a tomar tinto y a jugar ajedrez. Jamás estudiaba. Pero leía mucho. Sólo lo que interesaba, obvio: Jorge Amado, Luis Carlos Prestes, Máximo Gorki.... En la Unión Soviética sí me tocó estudiar. Tuve que leer todas las obras de Lenin, muchas de Marx (El Capital, apenas mordisqueadito), algunas de Hegel, de cuanta mierda... Cuando terminé el curso ingresé al hospital ¡Eso fue un lío! Como yo era tan flaco, prácticamente no había lugar de donde me pudieran sacar la carne que necesitaba para hacerme los injertos en la pierna. ¡Esa maldita pierna! me molesta desde que tengo once años. Me la fracturé y el médico en Barranquilla, de bruto, me puso el yeso directamente sobre la herida. La pierna se iba gangrenando. Casi tienen que cortármela. En el hospital permanecí ocho meses. Estaba en un pabellón donde había muchos marineros. Con ellos aprendí a hablar ruso como chocoano. En Moscú había también varios brasileros. Me enseñaron a bailar zamba y a putear en portugués. ¡Hasta era divertido! Pero me aburrí en la Unión Soviética y regresé en 1962. Quizás fue en 1963. No estoy seguro. Claro que a mí no me gusta mencionar que estuve allá porque eso desprestigia. En serio. No se ría. ¡Desprestigia berracamente! 

Camilo Torres Restrepo en la Universidad Nacional
Llegué a Bogotá en la época de Camilo Torres. Viví intensamente ese período de su movimiento estudiantil. Yo era el responsable de la JUCO en Bogotá y, como tal, participaba en el movimiento. Conocí a toda la gente de la Federación de Universidades. En esa época el presidente de la FUN (Federación Universitaria Nacional) era Julio César Cortés. Primero lo sucedió Armando Correa, quien murió en el Ejército de Liberación Nacional y, luego, Jorge Posada. Yo no estuve tan cerca de Camilo como Julio César Cortés o Jaime Arenas. Pero sí lo conocí mucho. Lo defendía. A mí me hirieron durante una manifestación que hizo Camilo en Bogotá. Un tipo quería acercársele y me dio un golpe que me partió la mano. Había mucha pugna entre los distintos grupos por estar a su lado. Todo el mundo lo rodeaba. 

Pintura de Camilo Torres Restrepo
Pero recuerdo la primera reunión que él cito para hacer un llamamiento popular. López Michelsen, María Elena de Crovo, María Arango, muchos estábamos presentes. Camilo comenzó a hablar y todos se fueron retirando. Nos quedamos solos, con él, María Arango y yo. Le aconsejamos que hiciera algo más premeditado, más serio, menos infantil que lo que entonces decía: ¡era algo así como hacer una manifestación en la plaza de Bolívar y luego tomarse el poder! Pero después empezó su actividad en la Universidad, mucho más vigorosa. Comenzó a enfrentarse a la multitud, y la gente empezó a participar. 

Camilo en la guerrilla
Camilo hablaba sin tapujos, con sinceridad, sin pendejadas, con sencillez... Su discurso era muy elemental. La gente lo entendía. Además, era de una gran amplitud. Para nosotros, ésa fue la más importante de sus enseñanzas: ésa, la de que en este país la revolución tiene que ser popular; ésa, la de que hay que hacerla con todo el mundo, sin discriminaciones. El planteamiento de Camilo no era socialista, tampoco era comunista. Era popular, democrático, antioligárquico, antiimperialista... Y el Ejército de Liberación Nacional, en esa época, representaba mucho esa corriente. (Fue posteriormente, cuando el ELN estaba ya muy golpeado, que se radicalizó). Esa discusión, la de si Camilo ha debido irse a o no a la guerrilla, ¡es tontería! Todo es tan relativo... Seguro no escogió bien el momento... Ellos habían llegado a una conclusión falsa: la de que ya se les había cerrado el camino de la legalidad. Y, realmente, lo que nosotros veíamos era que a las manifestaciones de Camilo salía mucho la gente. ¡Claro que siempre había problemas con la policía! Pero se estaban haciendo movilizaciones de masas... 

Recuerdo cuando mataron a Camilo. Meses antes, yo iba a reemplazar a Manuel Cepeda en la Secretaría General de la JUCO. Pero fue Carlos Romero quien lo sustituyó. A mí, el monte me llamó más la atención. Me fui para la guerrilla. Ingresé a las FARC. 

Recuerdo cuando mataron a Camilo... 

Su muerte me produjo ira y tristeza. Sí, mucha tristeza... Quizás en mi vida nunca he estado tan triste como cuando murió Camilo. No acostumbro llorar. No me gusta... Jamás lloro. Pero sí, cuando mataron a Camilo, tal vez lloré... No sé, no me acuerdo bien... Era el estado del llanto en todo caso... 

Recuerdo cuando mataron a Camilo...

Con su muerte, como con la de Gaitán, el país sufrió otra enorme frustración... Con su muerte, como con la de Gaitán, al pueblo se le cerró otra puerta... Con su muerte, como con la de Gaitán, a los pobres se les esfumó otra esperanza... 

Recuerdo cuando mataron a Camilo...

 


Tomado de "Siembra Vientos y Recogerás Tempestades" de Patricia Lara.

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